¿Cuáles son las ventajas y desventajas de vivir en el campo y la ciudad?

Ciudad o campo

Según el doctor Giuseppe Alfredo Iannoccari, presidente de Assomensana, el cerebro no tiene dudas: prefiere vivir en el campo. La vida en la ciudad, con sus múltiples estímulos, requiere la activación constante de numerosas funciones cerebrales. La concentración y la gestión de los estados emocionales alimentan un estado de alerta perpetuo, como demuestra el estudio internacional dirigido por Jens Pruessner, del Instituto Universitario de Salud Mental de Douglas.

En cambio, el aire libre parece ser una panacea para el cuerpo y la mente. Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Exeter publicado en Psychological Science. La investigación, en la que participaron 10.000 personas del Reino Unido durante un periodo de 17 años, demostró cómo la naturaleza influye positivamente en nuestro bienestar.

Vivir en una metrópolis

Además, irse a vivir al campo, según una encuesta realizada en 2002 por un equipo de médicos españoles sobre una muestra de 37.813 personas, reduce el riesgo de contraer cáncer, hace que se sufra mucho menos de hipertensión y disminuye significativamente la incidencia de ansiedad y depresión.

También hay pensionistas”, añade, “o quienes se aprovechan de las condiciones de salida anticipada que ofrecen muchas empresas para los empleados despedidos. Se trata de personas que todavía están llenas de energía, que utilizan su indemnización por despido para comprar tierras y casas de campo en el campo o en las colinas, para combinar los negocios con el placer”.

  ¿Cómo cambiar lo malo de mí?

Los insectos como los mosquitos, las arañas y las termitas son numerosos en el campo. Las carreteras rurales pueden no estar tan bien mantenidas como las urbanas y pueden quedar bloqueadas por la nieve y el hielo en invierno.

Estoy dejando todo y me voy a vivir al campo

Hacer la madera uno mismo requiere un equipo (motosierra, sierra y hacha) y un cierto esfuerzo para recogerla, transportarla y guardarla. No es casualidad que se diga que la madera se calienta dos veces: la primera cuando se esfuerza por cortarla y la segunda cuando se quema.

La lista de animales que se pueden criar en las colinas no termina ahí. También se pueden añadir ovejas, cabras, pollos y gansos. Los burros y las pilas tampoco son infrecuentes, ya que muchas casas disponen de establos que pueden acogerlos.

Cambiar de vida y trasladarse a la naturaleza

En comparación con hace unas décadas, la situación parece aún peor: las plazas de aparcamiento se han vuelto inalcanzables, las condiciones de seguridad han disminuido y las distancias aumentan con la expansión de los suburbios.

En la montaña, tierra de cielos libres y tiempos liberados, la naturaleza (aunque a veces sea madrastra) nos permite contemplar y participar en el desarrollo de las estaciones, desde que el manto blanco total de la nieve da paso a las primeras flores fragantes y luego al verde exuberante de los prados y los bosques hasta el despliegue de un manto de hojas doradas que luego un viento frío barre anunciando el nuevo invierno.

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