¿Cómo puedo aprender a decir que no?
Saber decir no en el trabajo
Muchos de nosotros nos sentimos obligados a aceptar todas las peticiones y preferimos hacer malabares con un millón de cosas que hacer que negarnos a ayudar, aunque no nos quede tiempo para nosotros mismos.
Contenidos
Como ya he dicho, el miedo a decir que no se origina en un estado mental de baja autoestima que personalmente experimenté durante varios años. Hoy, gracias a un trabajo constante y profundo sobre mí mismo, he madurado una dirección dentro de mí.
He seguido una larguísima serie de seminarios, talleres y cursos online para madurar un conocimiento de mí mismo que luego se convertiría en la conciencia con la que vivo hoy y que me proporciona una sólida seguridad.
Para ayudar a los que hoy sufren como yo he sufrido, he creado una guía sobre la baja autoestima. Descárguelo gratuitamente haciendo clic en este enlace o introduciendo sus datos en el formulario que aparece debajo del artículo. Espero que le resulte útil.
Cómo decir no al libro
Por lo tanto, el primer paso en su nuevo camino de aprendizaje es adoptar una nueva perspectiva y tomar conciencia de la importancia de los rechazos. Deja de sentirte culpable en cada negación y siéntete orgulloso cuando te niegues a alguien que no te merece y ponte tú primero. No tengas miedo de que te juzguen.
Para aprender a decir no también puedes hacer este sencillo ejercicio. Prueba a hacerte estas preguntas: “¿llevo cargas de las que podría deshacerme?”, “¿qué es lo que me pesa en mi vida?”, y luego escribe todas las respuestas en una hoja de papel. A continuación, revisa la lista que has anotado.
Probablemente, hay pesos que puedes devolver al remitente: por ejemplo, las expectativas de tus padres o de tu pareja, las exigencias excesivas de tus amigos, los condicionamientos del exterior, las exigencias disfuncionales. Y ciertamente hay cargas que puedes dejar atrás.
Estrategias para decir no
Desde pequeños se nos educa en la idea de que debemos estar DISPONIBLES para el prójimo, siempre y en todo caso, tanto que si hacemos algo beneficioso sólo para nosotros, se nos acusa de EGOÍSMO.
Según esta concepción, todo comportamiento actuado de forma egoísta es en nuestro beneficio e, inevitablemente, en perjuicio del otro. Este modelo educativo genera un fuerte sentimiento de culpa y, muy a menudo, conduce a un aumento de la frecuencia de las actitudes y comportamientos altruistas, impulsándonos a decir “Sí” cuando nos gustaría decir “No”.
Reconocer a nosotros mismos el derecho a pedir tiempo para pensar. Siempre que se nos pregunte, antes de tomar una decisión, démonos tiempo para pensar en las posibles implicaciones a corto y largo plazo de una respuesta afirmativa. Reconozcamos nuestro derecho asertivo: “Tengo derecho a pensar y posiblemente a cambiar de opinión”.
No decir sinónimo
Nuestra cultura, incluso de niños, siempre nos ha llevado a ver el “no” como una respuesta “grosera” y esta actitud, que nos ha pertenecido durante años, la hemos trasladado luego también a la dimensión adulta. Por ello, decir “no” nos resulta muy difícil y nos provoca un sentimiento de culpa derivado del propio hecho de decir “no”, de rechazar algo.
¿Por qué no podemos decir “no”? Porque se activan en nosotros muchas resistencias al “no”, vinculadas al miedo a ser despedidos o a no recibir el aumento de sueldo deseado o a “traicionar” la imagen que los compañeros tienen de nosotros.