¿Cómo se forman los hábitos?

Revisión de La dictadura de los hábitos

Hay muchas técnicas para eliminar los malos hábitos una vez que se han establecido. Uno de los métodos consiste en identificar y eliminar los factores que desencadenan el hábito y favorecen su persistencia a largo plazo[8].

Formador y Coach en los temas de Desarrollo del Potencial Personal, Comunicación Intercultural y Negociación Internacional, Psicología Humanista. Experto en RRHH, factor humano, psicología del rendimiento, comunicación y gestión, metodologías de formación activa y coaching.

Los principios del éxito

Los hábitos se forman y residen en las mismas zonas del cerebro donde hay tejidos que controlan comportamientos automáticos como la respiración o las respuestas inmediatas a los estímulos externos, incluidas las reacciones de miedo o sorpresa.

En este punto, con el refuerzo y la repetición del hábito, la señal y la gratificación se entrelazan tanto como para crear la expectativa de gratificación que genera la necesidad (craving).  Es en este preciso momento cuando nace el hábito.

Pequeños hábitos para grandes cambios: transforma tu vida un pequeño paso a la vez pdf

De esta manera y utilizando este mecanismo, también se pueden crear nuevos hábitos desde cero. Por ejemplo, para los que quieren correr regularmente cada mañana, el estímulo podría ser ponerse el chándal nada más levantarse, lo que indica al cerebro que es el momento de poner en juego la rutina (correr), con el deseo de alcanzar la recompensa final (la satisfacción de haber corrido 5 km y las endorfinas o un café caliente nada más entrar).

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Realmente vale la pena ser consistente con las nuevas rutinas en el primer período porque, en algún momento, se convertirán en hábitos automáticos y nos permitirán vivir mejor y alcanzar todas nuestras metas, sin requerir fuerza de voluntad. Si recuerdas lo que decíamos al principio, el hábito es un truco, un atajo que el cerebro utiliza para ahorrar energía y fuerza de voluntad. Y podemos reprogramarlo.

Pequeños hábitos

Piensa en la cantidad de energía que gastamos en buscar una ruta alternativa, cuando de camino a casa encontramos un desvío. Por supuesto. Todos tenemos aplicaciones que nos pueden ayudar, pero romper este hábito requiere que realicemos acciones inusuales y a menudo también afecta a nuestro estado de ánimo.

Imagínese que si el ciclismo nos exigiera siempre el mismo esfuerzo que la primera vez que nos quitamos las ruedas de entrenamiento cuando éramos niños, nadie iría en bicicleta por placer, para disfrutar del aire primaveral o para observar nuevos paisajes. Nuestros cerebros perezosos nos lo permiten.

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