¿Cuál es la diferencia entre la conciencia y el inconsciente?
Cuando el inconsciente se hace consciente
Ajustas el acelerador, cambias de marcha, mantienes la distancia de seguridad y realizas miles de otras pequeñas acciones sin prestar una atención consciente. Todas estas son acciones que ocurren inconscientemente.
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Según Jung, que ha hecho una gran difusión de los arquetipos, éstos no son sólo huellas de experiencias típicas que se repiten siempre, sino que se comportan como fuerzas o tendencias a repetir las mismas experiencias.
A menudo se tiende a sobrestimar el valor de estas imágenes o tendencias inconscientes. Poseen un aura mística y están cargados de energía psíquica. Así, por ejemplo, cuando surge una imagen arquetípica en un sueño, se tiende a darle mayor importancia que a otros contenidos.
El inconsciente no existe
El filósofo Thomas Metzinger escribe: “En la evolución darwiniana, una forma temprana de conciencia puede haber aparecido hace unos 200 millones de años en las cortezas cerebrales primitivas de los mamíferos, proporcionándoles una conciencia corporal y un sentido del mundo que les rodea y guiando su comportamiento”.
Los resultados de la investigación instrumental que ha permitido la neurociencia revelan el valor sustancial de las ideas de Sigmund Freud, que se confirman en gran medida. Él, a pesar de la falta de instrumentos de investigación de su época había intuido, por ejemplo, que la conciencia tiene una dimensión afectiva impulsada por la motivación y las sensaciones corporales
El problema de la escala de la conciencia: la experiencia consciente humana no refleja información en todas las escalas. Sólo la información a una determinada escala de grano grueso en el sistema neural se refleja en la conciencia. ¿La información no trivial permite la conciencia humana?
La neurocientífica Heather A. Berlin escribe: “Más que de la activación de regiones cerebrales específicas, la percepción consciente parece depender de estados dinámicos coordinados de la red cortical y de la sincronización transitoria de conjuntos neuronales ampliamente distribuidos”.
La inconsciencia colectiva
1915 Ensayo sobre el inconsciente. Freud dedica un capítulo de la Metapsicología (Freud, 1915) al inconsciente, afirmando que el psicoanálisis debe declarar que los procesos psíquicos “como tales son inconscientes” y comparar su percepción por la conciencia con la percepción del mundo externo por los órganos de los sentidos.
En el pensamiento post-freudiano, el concepto de inconsciente ha sufrido numerosas transformaciones, dando lugar a nuevos modelos clínicos y teóricos en los tres “continentes psicoanalíticos”: Europa, América del Norte y América Latina[2].
La teoría de las relaciones objetales se centra en el papel del objeto, considerado como el producto de la interiorización de las experiencias relacionales que el individuo ha tenido desde las primeras etapas de su vida.
Mahler (1963; Mahler et al., 1975) elabora el proceso de separación-individuación, es decir, el proceso, dividido en cuatro etapas, que el niño emprende para alcanzar su plena independencia como individuo “otro” de la madre.
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El psicoanálisis fue una verdadera revolución cultural que comenzó como método terapéutico para ciertos trastornos mentales, pero con el tiempo se convirtió en una verdadera nueva concepción del hombre, definida (a veces en sentido despectivo) como pansexualista, ya que sitúa las pulsiones sexuales (a menudo inconscientes) en la base del comportamiento humano (tanto “normal” como patológico).
La prevalencia de las mujeres que la padecen parece relacionar la histeria con los efectos secundarios de los traumas de los partos difíciles, el estrés de la lactancia, etc. En el sexo masculino la presencia de trastornos histéricos se hizo depender de otras causas, como el etilismo.
Pero el proceso de eliminación no equivale a un proceso de eliminación del deseo censurado y eliminado. Esto simplemente cae en la zona inconsciente de la mente y permanece presente, de hecho: actúa sobre el comportamiento humano dando lugar a diversas formas de trastornos histéricos.
A partir de estas observaciones, Freud llegó a elaborar una ordenación teórica exhaustiva de su investigación. En El ego y el yo, Freud elaboró su célebre tripartición de la psique. Freud dividió la psique humana en tres zonas:
