¿Qué es la autoestima y cuáles son sus tipos?

¿Qué importancia tiene la autoestima?

Todos nosotros, desde una edad muy temprana, empezamos a diferenciarnos como personas separadas e independientes de nuestro entorno (y de la figura materna) principalmente a través de nuestro cuerpo. Los límites del cuerpo constituyen esa barrera permeable que desde el principio de la vida nos permite experimentar, a nivel sensorial, toda una serie de “diferencias”: entre un interior y un exterior, un antes y un después (la satisfacción de una necesidad), un delante y un detrás…

Estas categorías mentales primordiales forman los elementos a partir de los cuales se estructura el esquema corporal y con él una representación del yo como sujeto independiente en comunicación con el exterior. Desde estas primeras etapas, la relación de apego contribuye de manera fundamental. Tanto la teoría del apego como la psicología del yo y otras corrientes psicoanalíticas sostienen que la imagen del yo se estructura a partir de los intercambios interactivos y repetitivos que se producen entre el adulto y el niño.

Todos necesitamos saber quiénes somos, tener una idea suficientemente coherente de qué tipo de personas somos, qué nos caracteriza y diferencia de los demás. Y necesitamos, si es posible, sentir que esta imagen que tenemos de nosotros mismos no sólo no es demasiado contradictoria, sino que es lo suficientemente positiva, que nos da la sensación de que somos, después de todo, personas dignas de estima y afecto.

Significado psicológico de la autoestima

Son interdependientes y derivan del “alimento afectivo” recibido. Los estudios sobre la autoestima realizados por Greenwald y Farnam, 2000-Dentale y Gennaro 2003, muestran que pueden coexistir dos formas diferentes de autoestima:

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Vivir con conciencia significa aprender a reconocer y reapropiarse del propio mundo de necesidades y deseos. Sobre esta base se estructura el comportamiento humano. Por otro lado, las distorsiones, las negaciones, las proyecciones y la culpabilización de las motivaciones, de los deseos, encierran al individuo en un circuito alienante y rígido en el que la energía se revierte negativamente contra sí mismo, generando trastornos psicosomáticos y problemas psíquicos o existenciales.

– Personas superresponsables: asumen obligaciones, gestionan todo y se preocupan por todo, renunciando a menudo a cuidarse y a ser responsables de sí mismos (Mangini, ’87);

En el desarrollo de la autoestima, la retroalimentación intrapsíquica e interpersonal desempeñan un papel considerable, la primera se basa en las evaluaciones personales que resultan de la interacción directa del individuo con su entorno (retroalimentación interna), la segunda se basa en la percepción y asimilación de la evaluación que otras personas hacen de uno mismo (retroalimentación externa).

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Haces una buena observación cuando señalas que la autoestima no debe convertirnos en fanáticos. Creo que tener autoestima significa darse el justo valor, ser plenamente conscientes de nuestras fuerzas y limitaciones, sin exaltarnos demasiado ni mortificarnos, pero trabajando diariamente para ser mejores.

Confieso que a mí la palabra autoestima me produce urticaria, porque me hace pensar en una cierta actitud, un poco de los 90, por la que parecía que para sentirse bien y conseguir los objetivos había que pretender ser un Superman en mallas. O soplones, como bien ha señalado otra persona.

La autoestima tuvo su momento de gloria en los años 90 y para variar en la formación de redes de venta. Desde entonces ha sufrido un “spupping” total. Es una pena, porque si se profundiza en los estudios que se han realizado sobre la autoestima, por ejemplo los del profesor Diener o el doctor Branden, se encuentran elementos realmente interesantes para quien quiera emprender un camino de crecimiento personal.

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Los seis pilares de la autoestima

Ante esta observación, muchos psicólogos se han preguntado cómo se desarrolla la autoestima y de dónde viene. Los estudios han demostrado que la autoestima se correlaciona con la forma en que experimentamos las relaciones de cuidado durante la infancia. Un apego seguro, caracterizado por la confianza en el otro y una sana dependencia de él, son el terreno ideal para el desarrollo de la autoestima. En cambio, otras situaciones, como el maltrato, el desapego emocional y la presencia en los cuidadores de trastornos psicológicos como la depresión, parecen boicotear la autoestima.

Piensa en una ocasión reciente en la que hayas sido crítico contigo mismo y con tus esfuerzos. Puedes centrarte en algo que te resultó difícil en el trabajo, en un momento en el que perdiste las llaves o la cartera, o cuando cometiste un error.

Ahora, tratemos de entender para qué sirve la autocrítica, su función. Veamos algunas de las preguntas que aparecen a continuación, extraídas de la Escala de Funciones de Autocrítica, una medida desarrollada por Paul Gilbert y sus colegas. El cuestionario mide dos funciones diferentes de la autocrítica: corregir/mejorar y perseguir/castigar. En el cuadro siguiente, hemos dado ejemplos de las dos funciones del yo crítico.

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