¿Cómo se le dice a una persona vanidosa?

Pitufo de la vanidad

El secreto está en la inteligencia de una compañera que también sabe mirar esta característica de su hombre de forma un tanto irónica, incluso burlándose un poco de su auto-adoración. De este modo, no corre el riesgo de verse abrumado o de sentirse menos que él. Por lo tanto, para durar y no desequilibrarse, una relación con un hombre vanidoso necesita una chica que aporte inteligencia y autoestima. Porque de lo contrario, y queriendo llevarlo al extremo, podrías convertirte en su sombra y vivir una relación insana.

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Etimología de la vanidad

En 1914 Sigmund Freud publicó un ensayo sobre el narcisismo titulado Introducción al narcisismo, donde amplió el significado del término, introduciendo los conceptos de narcisismo primario y narcisismo secundario o prolongado.

En 1982, Havelock Ellis, sexólogo británico, utilizó el término “narcisista” en uno de sus estudios sobre el autoerotismo, para referirse a un tipo de perversión sexual en la que el individuo prefiere sexualmente su propio cuerpo”.

“Contempla los ojos que parecen estrellas, contempla los cabellos dignos de Baco y de Apolo, y las mejillas tersas, los labios escarlata, el cuello de marfil, la blancura del rostro bañado de rubor ¡Oh, cuántos besos inútiles dio a la fuente engañosa! Ignoraba lo que veía, pero ardía por esa imagen”[7] y así acabó muriendo de amor.

  ¿Cómo se comporta una persona con complejo de inferioridad?

Mujer vana

centralizador – altanero – jactancioso – rudo – egocéntrico – fatuo – inflado – inmodesto – megalómano – orgulloso – engreído – pretencioso – sabelotodo – sabelotodo – pomposo – altanero – pomposo – jactancioso – vano

El gráfico representa la evolución anual de la frecuencia de uso de la palabra “vano” en los últimos 500 años. Su aplicación se basa en un análisis de la frecuencia de aparición de la palabra “vano” en fuentes impresas digitalizadas de fuentes italianas publicadas desde 1500 hasta la actualidad.

Hombre vano

Vivir con un hombre muy vanidoso. Maniáticamente atento a su aspecto físico, centrado en su apariencia, ávido consumidor de cremas y cosméticos. Y quién no desdeña la visita ocasional al cirujano.

Que los hombres han empezado a cuidar su aspecto físico con el mimo y la atención que antes era todo femenino, lo sabemos desde hace tiempo. También hay cifras sobre el consumo masculino de cosméticos que nos dicen desde hace varios años que hay una cuota de mercado masculina consistente (30% del total, según el Informe Unipro-Asociación Italiana de Empresas Cosméticas de 2011), con un ligero descenso en el último periodo (-2,8% para los productos cosméticos masculinos) que puede atribuirse claramente a la crisis. Los datos sobre la cirugía estética también son significativos: solo el 4% de los hombres se declara en contra, mientras que el número de los que, en 2012, se plantearon su primera operación aumentó un 9% (datos de Doxapharma).

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