¿Qué es sentirse bien emocionalmente?

Cómo estar bien

Ocurre muy a menudo en una conversación normal escuchar frases como: “Soy una persona temerosa”, “Soy una persona emocional y no puedo controlarme”, “Soy colérico”, “Soy alegre por naturaleza”, “Siempre estoy infeliz y triste”….ecc…..

El esfuerzo realizado para conseguir y mantener el control requiere una gran cantidad de energía y, de hecho, a menudo, desde el exterior, estas personas son percibidas como “agobiadas”, “frías”, “rígidas”, “nunca relajadas”, extremadamente controladas y racionales.

Virginia Satir, una destacada psicoterapeuta familiar estadounidense, dijo en una entrevista que su trabajo consistía en “permitir a la gente recordar que sus emociones no son la parte de ellos que decide lo que debe suceder, las emociones son como la temperatura [….], un termómetro que te dice cómo están las cosas, te mueves a otra parte de ti mismo cuando tomas decisiones”.

Los que tienen miedo a las emociones, de hecho, temen precisamente no poder gestionarlas y, ante la duda de verse desbordados por ellas, piensan que pueden resolver el problema de raíz evitando “tomarse la temperatura”, negándose a sí mismos que “sienten calor” y que “pueden tener fiebre”.

Síntomas de emocionalidad excesiva

Ningún texto médico que trate de las enfermedades mentales y sus criterios de diagnóstico (incluido el conocido DSM, o Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) define o habla del agotamiento nervioso.

Varios investigadores han estudiado los cerebros de las personas con agotamiento nervioso, con el fin de comprender qué ocurre allí o si ocurre algo en absoluto. Curiosamente, algunos de los estudios realizados informaron de que había un desequilibrio de neurotransmisores en el cerebro de algunos pacientes.

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Las consecuencias de los trastornos depresivos que pueden derivarse de una crisis nerviosa suelen consistir en el aumento o la pérdida de peso, el aislamiento social, la falta de interés por las relaciones familiares, el desinterés por la vida laboral y las ideas suicidas.

Las situaciones que provocan estrés pueden complicar la vida cotidiana; sin embargo, en la mayoría de los casos, las personas consiguen hacer frente a estas circunstancias sin desarrollar una crisis nerviosa.

Los remedios no médicos como el yoga, la aromaterapia, la relajación muscular progresiva y la hipnosis pueden favorecer la relajación, por su efecto antiestrés, y ayudar a prevenir futuras crisis nerviosas.

Ser demasiado emocional

Son frecuentes los casos en los que, para gestionar las emociones de sufrimiento que provocan el estrés, se recurre al uso excesivo o inmoderado de la comida o, en otros casos, al consumo de nicotina, alcohol u otras sustancias.

‘No llores’, ‘no te enfades’… son frases que, si se pronuncian en un tono excesivamente autoritario y nada empático, pueden comunicar una tendencia explícita a considerar esas emociones que generan sufrimiento como algo casi antinatural.

“Es correcto rebelarse contra una determinada cultura que dicta que las emociones deben estar siempre controladas: que no hay que llorar ni reír demasiado ni estar excesivamente triste”. Paolo Crepet

Las técnicas de relajación y visualización estimulan las sensaciones corporales de placer, centran el pensamiento en imágenes interiores positivas y generan así no sólo emociones sino también sustancias de bienestar.  Estos opioides internos tendrían el mismo efecto que las drogas, pero son completamente naturales y producidos por nuestro organismo cuando experimentamos placer.

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Ser emocional más o menos

Pensamos que hacer sacrificios o lo que la otra persona espera de nosotros, incluso a costa de perjudicarnos a nosotros mismos, es la única manera de sentirnos bien con nuestra pareja, nuestros amigos o nuestra familia.

Muy a menudo, incluso inconscientemente, las personas no se sienten dignas de recibir amor, y por lo tanto tampoco se aman a sí mismas, buscando situaciones que confirmen y devalúen constantemente su ser (la mayoría de las veces siempre inconscientemente).

Estamos acostumbrados a vivir proyectados en el pasado y el futuro, y muy a menudo nos olvidamos de nuestro presente. Tomemos momentos durante el día, pueden ser desde unos segundos hasta unos minutos, para saborear las cosas que estamos viviendo. Un abrazo de un familiar, una comida bien cocinada, un paisaje natural, la celebración de nuestra mascota, un mensaje de amor o una risa.

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