¿Cuáles son las características de una persona autocrítica?
Autocrítica contra
La autocompasión es el proceso de extender la compasión a uno mismo en casos de percepción de insuficiencia, fracaso o sufrimiento en general. Kristin Neff ha definido la autocompasión como algo que consta de tres elementos principales: la amabilidad con uno mismo, las experiencias humanas compartidas y la atención plena[1].
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Gran parte de las investigaciones realizadas hasta la fecha sobre la autocompasión han utilizado la Escala de Autocompasión, creada por Kristin Neff, que mide el grado en que los individuos demuestran autocompasión con respecto a los juicios excesivos y extremadamente negativos dirigidos hacia uno mismo, la conciencia contra esos juicios y la identificación con ellos, y el “reconocimiento de que las propias experiencias de dolor y fracaso también son comúnmente experimentadas por otros hombres y mujeres” frente a la prevalencia de una percepción de aislamiento en esas experiencias[1].
El estudio de López no pudo replicar la estructura de seis factores de la escala de autocompasión de Neff, sino que sugirió un modelo bidimensional de la escala, creado agrupando los ítems positivos y negativos por separado. López argumentó que dos dimensiones distintas son la autocompasión y la autocrítica.
Significado de la autocrítica
Ante esta observación, muchos psicólogos se han preguntado cómo se desarrolla la autoestima y de dónde viene. Los estudios han demostrado que la autoestima se correlaciona con la forma en que experimentamos las relaciones de cuidado durante la infancia. Un apego seguro, caracterizado por la confianza en el otro y una sana dependencia de él, son el terreno ideal para el desarrollo de la autoestima. En cambio, otras situaciones, como el maltrato, el desapego emocional y la presencia en los cuidadores de trastornos psicológicos como la depresión, parecen boicotear la autoestima.
Piensa en una ocasión reciente en la que hayas sido crítico contigo mismo y con tus esfuerzos. Puedes centrarte en algo que te resultó difícil en el trabajo, en un momento en el que perdiste las llaves o la cartera, o cuando cometiste un error.
Ahora, tratemos de entender para qué sirve la autocrítica, su función. Veamos algunas de las preguntas que aparecen a continuación, extraídas de la Escala de Funciones de Autocrítica, una medida desarrollada por Paul Gilbert y sus colegas. El cuestionario mide dos funciones diferentes de la autocrítica: corregir/mejorar y perseguir/castigar. En el cuadro siguiente, hemos dado ejemplos de las dos funciones del yo crítico.
Autocrítica adjetiva
En cualquier caso, para tratar de relacionarnos con una persona que muestra un comportamiento pasivo-agresivo, podemos intentar tener en cuenta algunos aspectos que nos acerquen a ella: intentar no sentirnos directamente atacados o que la frialdad afecte directamente a la relación.
Al sentirse menos fuertes y seguros, probablemente aflojarán su agarre y su impacto psicológico sobre los que les rodean. Tras esta fase inicial de defensa ante una persona pasivo-agresiva, intente convencer a la persona en cuestión, ya sea un familiar, una pareja o un amigo, de que consulte a un psicólogo.
Según la psicología clínica, las causas del trastorno pasivo-agresivo residen en una educación severa y contradictoria. Las personas que padecen este trastorno pueden haber recibido un tipo de educación que podría haber incluido:
Frases de autocrítica
El trastorno depresivo mayor se produce predominantemente en el sexo femenino, con una proporción de aproximadamente 2:1 en comparación con el sexo masculino (Seedat et al., 2009) y afecta a cerca del 6% de la población mundial (Bromet et al., 2011). También se calcula que una de cada seis personas desarrollará al menos un episodio de depresión mayor en su vida (ibíd.).
La depresión mayor también se manifiesta de forma somática. Algunos pacientes pueden somatizar la tristeza manifestando más síntomas somáticos (fatiga crónica, dolor generalizado, problemas gastrointestinales). En algunos casos, los pacientes con depresión mayor pueden negar el trastorno del estado de ánimo preocupándose sólo por los síntomas físicos, hasta el punto de manifestar delirios hipocondríacos.
El tratamiento de la depresión implica intervenciones farmacológicas y no farmacológicas integradas (NICE, 2009). En efecto, las investigaciones han demostrado que, en la mayoría de los casos, el tratamiento farmacológico combinado con el tratamiento psicoterapéutico favorece los mejores resultados clínicos (Cuijpers et al, 2009).