¿Cómo se pueden apagar las emociones?
Ansiedad y no sentir emociones
Son frecuentes los casos en los que, para gestionar las emociones de angustia que provocan el estrés, se recurre a una alimentación excesiva o inmoderada o, en otros casos, al consumo de nicotina, alcohol u otras sustancias.
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‘No llores’, ‘no te enfades’… son frases que, si se pronuncian en un tono excesivamente autoritario y nada empático, pueden comunicar una tendencia explícita a considerar esas emociones que generan sufrimiento como algo casi antinatural.
“Es correcto rebelarse contra una determinada cultura que dicta que las emociones deben estar siempre controladas: que no hay que llorar ni reír demasiado ni estar excesivamente triste”. Paolo Crepet
Las técnicas de relajación y visualización estimulan las sensaciones corporales de placer, centran el pensamiento en imágenes interiores positivas y generan así no sólo emociones sino también sustancias de bienestar. Estos opioides internos tendrían el mismo efecto que las drogas, pero son completamente naturales y producidos por nuestro organismo cuando experimentamos placer.
No sentir emociones
Ocurre muy a menudo en una conversación normal escuchar frases como: “Soy una persona temerosa”, “Soy una persona emocional y no puedo controlarme”, “Soy colérico”, “Soy alegre por naturaleza”, “Siempre estoy infeliz y triste”….ecc…..
El esfuerzo realizado para lograr y mantener el control requiere una gran cantidad de energía y, de hecho, a menudo, desde el exterior, estas personas son percibidas como “agobiadas”, “frías”, “rígidas”, “nunca relajadas”, extremadamente controladas y racionales.
Virginia Satir, una destacada psicoterapeuta familiar estadounidense, dijo en una entrevista que su trabajo consistía en “permitir a la gente recordar que sus emociones no son la parte de ellos que decide lo que debe suceder, las emociones son como la temperatura [….], un termómetro que te dice cómo están las cosas, te mueves a otra parte de ti mismo cuando tomas decisiones”.
Los que tienen miedo a las emociones, de hecho, temen precisamente no poder gestionarlas y, ante la duda de verse desbordados por ellas, piensan que pueden resolver el problema de raíz evitando “tomarse la temperatura”, negándose a sí mismos que “sienten calor” y que “pueden tener fiebre”.
No tengo emociones positivas
Son frecuentes los casos en los que, para gestionar las emociones de sufrimiento que provocan el estrés, se recurre al uso excesivo o inmoderado de la comida o, en otros casos, al consumo de nicotina, alcohol u otras sustancias.
‘No llores’, ‘no te enfades’… son frases que, si se pronuncian en un tono excesivamente autoritario y nada empático, pueden comunicar una tendencia explícita a considerar esas emociones que generan sufrimiento como algo casi antinatural.
“Es correcto rebelarse contra una determinada cultura que dicta que las emociones deben estar siempre controladas: que no hay que llorar ni reír demasiado ni estar excesivamente triste”. Paolo Crepet
Las técnicas de relajación y visualización estimulan las sensaciones corporales de placer, centran el pensamiento en imágenes interiores positivas y generan así no sólo emociones sino también sustancias de bienestar. Estos opioides internos tendrían el mismo efecto que las drogas, pero son completamente naturales y producidos por nuestro organismo cuando experimentamos placer.
Cómo sentir las emociones
Ahora, sin entrar en explicaciones demasiado técnicas, quiero que tú, que estás leyendo este artículo, fijes en tu mente un par de conceptos fundamentales que te ayudarán a encauzar tus emociones en lugar de dejarte embargar por ellas.
Puedes navegar por ellas, puedes aprender a no dejarte secuestrar por ellas, puedes gestionar los estados de ánimo que te traen, pero desde luego no puedes evitar asustarte si te atropella un camión, no puedes evitar sentirte triste si muere un ser querido, o evitar enfadarte si alguien se interpone en tu camino para conseguir un objetivo.
Cada emoción desempeña un papel fundamental y nos ayuda a conectar con nuestras necesidades. Nos indica si estamos satisfechos o insatisfechos con un determinado acontecimiento o aspecto de nuestra vida.
