¿Qué es el autoconocimiento y un ejemplo?
Qué es la conciencia
Hemos visto que la percepción y la comprensión son provocadas por los sentimientos del yo. Los sentimientos son claramente una categoría de fenómenos diferente a las señales eléctricas o bioquímicas. Son inconmensurables con ellos, y nadie sabe cómo pueden surgir de la materia inerte.
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Si ahora examinamos nuestros sentimientos, podemos reconocer inmediatamente cuatro clases distintas, cada una de ellas con sus propias características: sensaciones y sentimientos físicos, emociones, pensamientos y sentimientos espirituales.
También sabemos poco sobre cómo se produce la representación de un objeto en el cerebro. Ciertamente, es algo muy dinámico y muy diferente de la imagen del objeto que percibimos en la pantalla de nuestra conciencia. Pero entonces, ¿de dónde viene la “pantalla”?
Lección 1 Legislación escolar para las pruebas de preselección
34Para muchos de los estudiosos que han hablado sobre este experimento mental, parece correcto decir que María aprende algo y la única cuestión abierta se refiere al tipo de conocimiento que adquiere. Algunos de estos estudiosos afirman que ella adquiere conocimiento factual, es decir, conocimiento sobre algún hecho. Según algunos, esta afirmación implica la existencia de hechos que no son físicos. En un intento de explorar el territorio de los estudios de la conciencia, trataremos de evaluar esta afirmación.
42Ahora veremos dos críticas al argumento propuesto por Jackson a través del experimento mental de Mary. Primero consideraremos las reflexiones desarrolladas por Daniel Dennett y luego examinaremos las desarrolladas por Paul Churchland.
16 C.I. Lewis, Mind and the World Order: Outline of a Theory of Knowledge, Nueva York, Scribner’s, 1929; reimpreso en Nueva York, Dover Publications, 1956; traducido al italiano por S. Cremaschi, Il pensiero e l’ordine del mondo, Turín, Rosenberg & Sellier, 1977.
San TOMÁS DE AQUINO [3/4]: Teoría del conocimiento y
Significa que cuando intentas llevar la atención a ti mismo, en lugar de tener una percepción unificada de tu ser, percibes un velo que impide esta experiencia. Un velo de separación que te hace sentir que no puedes acceder plenamente a tu conciencia en el momento presente.
Por ejemplo: si percibes que estás en una situación de peligro tu cuerpo se pone en alerta, tu ritmo cardíaco aumenta y todo se predispone a reaccionar ante el peligro (sea real o no).
El autoconocimiento directo, en lugar de tener lugar a través del bipolo de conocimiento sujeto-objeto, deja lugar a un monopolo en el que sujeto y objeto no están separados, están en su estado natural de unión.
En este largo artículo he intentado trazar un camino para ti. Desde un punto en el que te separas y te conoces a través de un proceso hasta un punto de plenitud existencial, en el que te conoces y eres integralmente, totalmente, tú mismo.
7. hegel: fenomenología del espíritu
Conferencia pronunciada en: Comunicación presentada en la Fifth European Conference on Science and Theology (ESSSAT VIII), Freising-Munich (Alemania), 23-27 de marzo de 1994. Publicada en inglés, con el título “The Concept of Nature Between Science and Theology. La necesidad de una mediación epistemológica”, en: Niels H. Gregersen, Michael W. S. Parsons y Christoph Wassermann, editores, “The Concept of Nature in Science & Theology”, Parte I (Ginebra: Labor et Fides, 1997), pp. 66-77.
Tampoco se descubre a Dios de manera menos excelente en los efectos de la naturaleza que en los dichos sagrados de las Escrituras, lo que Tertuliano pretendía con aquellas palabras “Nos definimus, Deum primo natura cognoscendum, deinde doctrina recognoscendum: natura, ex operibus; doctrina, ex praedicationibus” (Tertuliano, Adversus Marcionem, I, XVIII)8.
(10) Véase M. Artigas, La inteligibilidad de la naturaleza, EUNSA, Pamplona 1992; M. Artigas, “Tres niveles de interacción entre ciencia y filosofía”, en Idealización IV: La inteligibilidad en la ciencia (Estudios de Poznan sobre filosofía de las ciencias y las humanidades, 26), ed. Dilworth, Rodopi, Amsterdam 1992, pp. 123-144.