¿Cómo saber si realmente debo divorciarme?

Síntomas de depresión por separación

La necesidad de destruir al otro nace de verlo como responsable de todos los males, y los ataques económicos, jurídicos y psicológicos no son más que un intento de obtener una compensación por los males sufridos.

A pesar del dolor ligado a la crisis, salvar el vínculo, y por tanto darle valor, permite considerarse a uno mismo y al otro como dignos del vínculo. Esto permite afrontar nuevos retos evolutivos como el encuentro con una nueva pareja, el nacimiento de un hijo, un cambio importante para los hijos, de hecho, las repercusiones del fin del pacto conyugal reaparecerán durante las experiencias evolutivas.

Cómo superar una separación no deseada

Utilizarla como herramienta de lucha para perseguir la propia venganza personal, como cartero para entregar mensajes para -por ejemplo- levantar falsas esperanzas, o como trofeo a idolatrar con el objetivo de desacreditar a la ex pareja, son prácticas muy extendidas y dañinas.

Los niños suelen vivir la separación de sus padres con un profundo sentimiento de culpa: se sienten responsables de las peleas de sus padres, de su ausencia, sienten que si todo esto está ocurriendo, es de alguna manera culpa suya.

Fin de un matrimonio con hijos

Después de más de veinte años en la profesión y de haber acompañado a mis clientes por el difícil camino de la separación y el divorcio, he desarrollado estos consejos para mis clientes que con gusto comparto aquí.

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Dado que los niños pueden compartir su tiempo con ambos padres por separado, es necesario asegurarse de que la hora de irse a la cama y de levantarse, la hora de volver, la hora de hacer los deberes y de estudiar, la hora de entretenerse y de ver la televisión y todas las demás decisiones diarias, así como los posibles castigos, se acuerden de antemano.

Cómo superar una separación a los 50 años

Cuando nace una pareja, los protagonistas de ese amor piensan y esperan que sea para siempre. Creen en ella, invierten en ella, la abonan con atención y cuidado. La palabra separación, o peor aún, fin, no pertenece a su vocabulario.

Muchas parejas, abrumadas y angustiadas por las interminables tareas de la vida cotidiana y por la mala costumbre de dar por sentado a sus parejas, habitan vínculos emocionalmente extintos, difuntos, vaciados hace tiempo de contenido y significado emocional; siguen por inercia, impávidos en su sentir (o no sentir), anestesiados.

Existe la regla subyacente del infame “bien de los hijos”, de la hipoteca que hay que pagar, de “no dar pena a los padres ancianos”; una regla que impide una auténtica y profunda toma de conciencia, y una posible separación posterior.

La cabeza y el corazón, como sabemos, nunca van en la misma dirección, y en situaciones de sufrimiento extremo como el que provoca la separación, no siempre hablan el mismo idioma. Entre un ataque y un recuerdo, un remordimiento y un arrepentimiento, la pareja protagonista de este desastre amoroso se hunde en un abismo de confusión.

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