¿Cuáles son las personalidades más peligrosas?

Trastorno paranoide de la personalidad

Las decisiones que toman a menudo no tienen en cuenta las consecuencias negativas para ellos mismos y para los demás. Las personas con trastorno antisocial suelen enfadarse y entrar fácilmente en enfrentamientos físicos con los demás, cometen actos peligrosos para ellos mismos y para los demás (por ejemplo, exceso de velocidad en los coches) y son propensas a consumir sustancias de abuso (como el alcohol o las drogas). Por último, suelen mostrar bajos niveles de remordimiento por las faltas cometidas (Raine, 2018).

Quienes padecen este trastorno intentan mantener el control mediante el cumplimiento estricto de reglas, procedimientos, listas y horarios meticulosos. Tienden a prestar una atención excesiva a los detalles, hasta el punto de que pueden no terminar nunca una tarea compleja debido a la excesiva atención (y tiempo) que dedican a los detalles insignificantes.

Exención de responsabilidad La información contenida en el Sitio no pretende ni debe sustituir en modo alguno la relación directa médico-paciente o el examen de un especialista. Se recomienda buscar siempre el consejo de su médico tratante y/o de los especialistas respecto a cualquier indicación dada.

Personalidad perturbada

Las personas que padecen este trastorno suelen incurrir en la idealización y/o desvalorización de los demás, es decir, alternan entre una alta consideración positiva y una clara desvalorización, tanto de sí mismos como de las personas con las que se relacionan (parejas, amigos, etc.). [3] Son frecuentes las prácticas autolesivas, la ideación suicida, el abuso de sustancias, los trastornos sexuales y otras conductas impulsivas potencialmente perjudiciales para el sujeto (conducción temeraria, borracheras, gastos imprudentes)[4] Hay pruebas de que las anomalías del sistema límbico se correlacionan con muchos de los síntomas[5].

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Sin embargo, pueden sentirse abrumados por las emociones negativas (“ansiedad, depresión, culpa/vergüenza, miedo, ira, odio, etc.”), experimentando un intenso estado de dolor y tristeza, vergüenza, humillación en lugar de una leve vergüenza, ira en lugar de molestia y pánico en lugar de nerviosismo.[22]

Las personas con trastorno límite también son especialmente susceptibles a los sentimientos de rechazo, crítica, aislamiento y percepción de fracaso[24]. Antes de aprender otros mecanismos de afrontamiento, sus esfuerzos por gestionar o escapar de sus emociones negativas pueden conducir a la autolesión o al comportamiento suicida[25].

Trastorno histriónico de la personalidad

Estos individuos son impulsivos, incapaces de organizarse y planificar a largo plazo. Incapaces de tolerar la frustración, pueden incluso recurrir a la violencia, levantando las manos, matando e incluso suicidándose.

Los estudios que se centran en el entorno familiar de los individuos con sociopatía han descubierto que los individuos con este trastorno tienden a proceder de familias con padres o parientes cercanos abusivos o violentos.

Los sociópatas pueden ser criminales. Como tienen tendencia a despreciar la ley y las normas sociales, pueden tener antecedentes penales. Pueden ser estafadores, cleptómanos o incluso asesinos.

La terapia cognitivo-conductual muestra a estos pacientes las distorsiones cognitivas que utilizan para justificar sus acciones ilegales y el posible abuso de sustancias.

Un tipo particular de tratamiento cognitivo-conductual, la terapia de esquemas, interviene principalmente en las experiencias traumáticas de la infancia. El uso de la relación terapéutica ha demostrado una eficacia parcial con respecto al aumento de la empatía y la integración social de estos pacientes.

Grupo de Trastornos de la Personalidad

El diagnóstico se basa en la anamnesis, la exploración objetiva y la entrevista con el paciente para evaluar el estado clínico y mental. El tratamiento suele incluir psicoterapia, terapia farmacológica o ambas.

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En los pacientes neuróticos también pueden observarse fobias (miedo excesivo a hablar en público, a los espacios abiertos, a los insectos, etc.) o comportamientos obsesivo-compulsivos (por ejemplo, seguir lavándose las manos).

El diagnóstico de neurosis lo realiza un psiquiatra a partir de una entrevista con el paciente y, si es necesario, de las respuestas a cuestionarios estandarizados para evaluar el estado clínico y mental.

El sujeto con síntomas neuróticos también debe someterse a un examen físico completo y a una historia clínica detallada para descartar cualquier enfermedad subyacente (por ejemplo, tumores o lesiones cerebrales).

La neurosis debe ser tratada con la ayuda de un psicoterapeuta, psicólogo y/o psiquiatra. La elección de las posibles intervenciones depende de los síntomas que presente el paciente y del nivel de angustia que le causen.

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