¿Cuál es el día en el que más gente se suicida?

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Los estudios han demostrado una posible relación entre el inicio del tratamiento con antidepresivos y un mayor riesgo de suicidio, por lo que los organismos reguladores de los medicamentos exigen a los fabricantes de todos los antidepresivos que incluyan una advertencia de que pueden aumentar el riesgo de suicidio en los jóvenes durante los dos primeros meses de tratamiento.

Sin embargo, la relación entre los antidepresivos y los pensamientos suicidas aún no se ha aclarado definitivamente: para estar seguros, cualquier persona que empiece a tomar un antidepresivo debe ser vigilada de cerca para detectar signos de pensamientos suicidas, ya que el primer efecto del fármaco puede ser restaurar el valor y la autosuficiencia suficientes para llevar a cabo el pensamiento anterior.

Si su médico cree que puede tener una enfermedad mental no diagnosticada que podría estar causando sus pensamientos suicidas, es posible que tenga que responder a más preguntas o completar un cuestionario psicológico. Puede ser necesario consultar a un médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales (psiquiatra) o a otros asistentes de salud mental.

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El 6/9/92 el prisionero es encontrado por el oficial de guardia en un estado muy agitado. Ha roto un taburete de la administración penitenciaria y cuando el funcionario le pregunta el motivo del gesto, R.G. responde: “Le advierto que he tragado numerosas pastillas”. Examinado por el médico de guardia, R.G. parece estar alerta y presente y afirma que quiere morir.

Pero la relación conyugal, que había ayudado al preso en el pasado, se convirtió entonces en una grave fuente de angustia y ansiedad. Su mujer, entre otras cosas aquejada de cáncer, vivía en Milán y le resultaba muy difícil viajar para mantener conversaciones con su marido. Además, debido a esta elección de estilo de vida, había sido despedida de su trabajo como perito, y a L.D. le resultaba muy gravoso depender económicamente de ella sin poder serle de ayuda.

Esta situación generó en L.D. un estado psíquico definido por los especialistas como: “desviación humoral” con fuertes elementos de autoevaluación, con sentimientos de culpa y ruina; con las primeras intenciones suicidas. Crepet (2), junto con Sofri y Douglas (3), sostienen que el “concepto de desestima” es uno de los factores que más predisponen al suicidio.

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Además del suicidio “simple”, existen otras formas particulares de suicidio, como el suicidio colectivo o masivo y el suicidio ampliado; este último consiste en el asesinato de miembros de la familia (a menudo hijos, por parte de su padre o madre) para que no queden solos y sin apoyo; a este acto le sigue el suicidio (realizado o intentado) del sujeto[10].

Los trastornos del sueño, como el insomnio[50] y la apnea del sueño, son factores de riesgo de depresión y suicidio. En algunos casos, los trastornos del sueño pueden ser un factor de riesgo independiente para la depresión[51]. Otras afecciones médicas pueden presentar síntomas similares a los trastornos del estado de ánimo, como el hipotiroidismo, la enfermedad de Alzheimer, los tumores cerebrales, el lupus eritematoso sistémico y los efectos adversos de algunos medicamentos (como los betabloqueantes y los esteroides)[13].

Algunas personas pueden quitarse la vida para escapar del acoso o de los prejuicios.[62][63] Los antecedentes de abuso sexual en la infancia y el tiempo pasado en centros de acogida también pueden ser factores de riesgo:[64][65] se cree que el abuso sexual puede contribuir en torno al 20% del riesgo general.[31]

¿Durante cuánto tiempo hay que tomar los antidepresivos?

Maurizio Pompili, M.D., Departamento de Psiquiatría – Hospital Sant’Andrea, Universidad Sapienza de Roma, 1035 Via di Grottarossa, 00189 Roma Italia Tel.: +39 06 33775675. Fax:+390633775342; Dirección de correo electrónico: [email protected] o [email protected].

El contenido de este artículo ha sido tomado en gran parte de: Pompili M. La vita e la morte nella realizzazione del suicidio. En: Tatarelli R, Pompili M. Il suicidio e la sua prevenzione. Giovanni Fioriti Editore, Roma, 2008 (www.fioriti.it).

La palabra suicidio no tiene orígenes muy remotos; no aparece ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. Los romanos no tenían el término, pero utilizaban expresiones como procurar la muerte (sibi mortem consciere) o usar la violencia contra uno mismo (vim sibi inferre). El Oxford English Dictionary informa de que la palabra fue introducida en 1651 por Walter Charleton cuando dijo ‘To avenge ones self from … Calamidad inevitable, por sui-cidio no es…. un crimen”. Pero la fecha exacta sigue sin estar clara. Según algunos, Edward Phillips fue el primero en mencionar el término suicidio en la edición de 1662 de su diccionario A New World in Worlds. En el famoso libro de Álvarez de 1971 “The Savage God” aprendemos que la palabra parece haber estado en uso incluso antes, con referencia a “Religio Medici” escrito por Sir Thomas Browne en 1642. Sin embargo, la palabra suicidio no aparece en el libro de Robert Burton “Anatomía de la melancolía” de 1652 ni en el diccionario de Samuel Johnson de 1755. Se utilizaron muchos otros términos para indicar el suicidio, principalmente derivados de la terminología latina. Matarse a sí mismo estaba muy extendido, al menos en el mundo anglosajón, como en el tratado de Sym de 1637 “Lifes preservative against self-killing”. La palabra suicidología fue introducida oficialmente por Shneidman en 1964 y se refiere al estudio científico del suicidio y su prevención.