¿Cómo se llama la conexión entre dos personas?

Atracción entre dos personas casadas

Las feromonas, moléculas invisibles que emite nuestro cuerpo, son producidas por glándulas situadas bajo las axilas, alrededor de los pezones y cerca de la ingle. Las feromonas son mensajeros químicos destinados a transmitir información entre individuos de la misma especie: definen si una persona nos atrae o no.

Al ser inodoros, no son captados por el olfato, sino por un segundo sistema que los percibe. Mientras que el hombre produce androstenol, presente en el sudor, la mujer produce copulina, una feromona presente en las secreciones vaginales. Si nos gusta el olor de una persona, experimentamos sentimientos de seguridad y atracción. En definitiva, si nos enamoramos de una persona nos tiene que gustar su olor.Ver también : Las 25 posturas del Kamasutra para probar en toda la casa

Al principio de una relación, ¿no querríamos pasar cada momento con nuestra persona amada? ¿No querríamos que durara siempre? ¿Y no nos entregamos al sexo desenfrenado con el deseo de complacer al máximo a nuestra pareja?

Alquimia entre dos personas significado

Algunas actitudes aparentemente inofensivas esconden señales con un fuerte poder de seducción: humedecer los labios, tocarse el pelo, descubrirse el cuello y los hombros son mensajes subliminales que envían las mujeres, mientras que los hombres tienden a mostrar su destreza física, por ejemplo, guardando los pulgares en los bolsillos del pantalón.

¿Qué tiene que ver la química con el amor? Hormonas como la dopamina, la testosterona y la adrenalina son las responsables del entusiasmo, la excitación y la euforia propias de la atracción. Estas moléculas actúan potenciándose mutuamente en los mecanismos cerebrales que regulan el placer y la adicción. Estos circuitos también están implicados en el consumo de drogas y explican las actitudes de los amantes: el regocijo de estar juntos y la ansiedad de alejarse son comportamientos impulsados por las hormonas.

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La teoría del triángulo amoroso del psicólogo Robert J. Sternberg sostiene que bastan tres elementos fundamentales para que nazca un gran amor, de esos que capean las tormentas y viven mucho tiempo:

Causas psicológicas del poliamor

Helen Fisher, que lleva años estudiando la atracción entre parejas, afirma que hay cuatro sustancias químicas que deciden quiénes somos y cómo nos comportamos en el amor: dos hormonas sexuales, la testosterona y los estrógenos, y dos neurotransmisores: la dopamina y la serotonina.

Las expectativas suelen ser poco realistas: muchas mujeres tienden a construir su figura ideal de hombre basándose en las novelas románticas, mientras que muchos hombres se basan principalmente en las expectativas sexuales.

Muchas personas albergan la creencia de que su pareja debe entender sus deseos y necesidades sobre la marcha, incluso sin tener que comunicárselos explícitamente, ya que se espera que el verdadero amor lo decida el destino, como una especie de predestinación, y que por tanto sea “perfecto” en todo.

Por mucho que los científicos consigan descifrar la biología del amor romántico y cartografiar el cerebro, nunca podrán destruir el misterio y la magia de esta pasión.

Cómo cambian las cosas si lo examinamos desde un punto de vista espiritual, si ponemos a Dios en primer lugar en nuestros corazones. En mi periodo “hindú”, encontré todas las respuestas que buscaba en la vida, especialmente las que me habían hecho abandonar la religión católica cuando tenía 17 años. “¿Cómo puede haber un Dios”, me pregunté, “que condena a todos los que no siguen a la Iglesia de Roma, o incluso que han nacido antes de Cristo?”.

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Cómo saber si hay química entre dos personas

La pareja encuentra en su camino evolutivo una serie de acontecimientos críticos propios de la fase del ciclo vital en la que se encuentra: la formación y la convivencia de la pareja, el nacimiento y el crecimiento de los hijos, las posibles enfermedades y los duelos de los miembros de la familia.

Obviamente, este mayor conocimiento y expresión de uno mismo no siempre va acompañado de un estado de bienestar. A veces se accede a partes muy profundas de uno mismo a través de experiencias de sufrimiento.

El ritmo de vida frenético, los días salpicados de trabajo y compromisos fuera de casa empujan a considerar a la pareja como el único refugio seguro en el que recibir afecto y llenar el vacío creado durante el día.

Esta necesidad recíproca desgasta la relación, y los miembros de la pareja se arriesgan a obviar el problema concentrándose en el trabajo, o compensándolo con comida, televisión, compras o aventuras extramatrimoniales.

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