¿Cómo valoro a mis hijos?
Cómo tratar a los hijos adultos
La entrada de un niño en la adolescencia suele provocar en los padres cierto malestar: el niño dulce y tímido de ayer se está convirtiendo (¡de repente, según la madre!) en un chico diferente, a veces malhumorado e incomprensible. Esta fase de crecimiento trae consigo (inevitablemente) conflictos, relaciones agotadoras y discusiones sobre la obtención de “nuevos derechos” y mayor autonomía.
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En cambio, con la entrada en la escuela media, el niño va al otro lado del campo y empieza a tirar de la cuerda para dejar entrar al adulto en su territorio. En este punto, hay que encontrar un equilibrio entre los jugadores: esta es la verdadera lucha del padre que debe tirar de la cuerda con una fuerza bien considerada para cada situación individual.
En otras palabras, para Pellai, el padre debe estar dispuesto a jugar el juego con su hijo, calibrando la fuerza con la que tira de la cuerda, a lo largo de su adolescencia (que no tiene un principio y un final bien definidos).
La actitud de los padres debe cambiar con respecto al niño en función de la situación o el problema que haya que abordar. Un enfoque siempre rígido, sólo protector o demasiado amistoso no se presta bien a cada momento diferente de la vida de un adolescente, según Pellai.
Cómo afrontar la adolescencia de una hija
Nuestros hábitos y los de nuestros hijos han cambiado repentinamente, todos hemos tenido que cambiar nuestras rutinas, todo ello combinado con noticias que pueden ser preocupantes y confusas, provocando estrés y tensión en toda la familia.
Debido a los cambios que se han producido como consecuencia de la cuarentena, los niños han tenido que ver mermadas algunas de sus necesidades básicas: estar al aire libre, correr, saltar, jugar en el parque, aprender en la escuela con los compañeros, practicar su deporte favorito, etc.
Los niños necesitan límites, normas y hábitos para sentirse cómodos en un entorno seguro. Tener hábitos relativamente fijos hace que el niño sienta que no está perdido en la sucesión de días que son todos iguales.
En la vida “normal”, esta necesidad se satisface con una salida al aire libre, una excursión al bosque, una visita a un amigo que no ha visto en mucho tiempo, o incluso simplemente con un juego de rol con los compañeros.
Fijamos un tiempo que no se aleja demasiado de lo que generalmente les permitimos, así que si por ejemplo tenemos un niño de 4 años que solía ver 30 minutos de dibujos animados al día, decidimos estirarlo a 40/45 minutos al día, si tenemos un niño de 10 años que está acostumbrado a jugar con juegos electrónicos 1 hora al día incluso llegamos a permitir 1,5 horas.
Cómo afrontar la adolescencia de un hijo varón
Convierta este tiempo en casa en unas emocionantes “vacaciones laborales” de las tareas escolares para sus hijos, permitiéndoles moverse en todas esas direcciones que la escuela impide e ignora.
Como padre, puedes pensar que tú y tus hijos lo estáis haciendo bien si consigues que hagan todas sus tareas escolares durante este tiempo o algunas lecciones online. O puede intentar enseñar a sus hijos usted mismo. En cada caso, probablemente te estás estresando a ti mismo y a ellos.
¿Cómo valoro a mis hijos? del momento
Pues bien, hay que enseñar a los niños a respetar los espacios del hogar, tanto los compartidos como los privados. Además, los niños deben acostumbrarse a esperar su turno, a escuchar a los demás, a hablar sin gritar, etc. Esto enseña a los niños a no esperar ser siempre el centro de atención de quienes les rodean.
Estar en la mesa para los niños debe considerarse un importante ritual familiar. Comer todos juntos en la mesa, mantener la compostura y respetar el horario son normas para los niños fundamentales para su educación, para el respeto de la unidad familiar y para una correcta educación alimentaria.
Da a tus hijos unas sencillas normas que se conviertan en buenos hábitos para cuidar de sí mismos, de su entorno, incluida su habitación, de sus pertenencias y del resto de la familia.
Tus hijos tienen que entender desde pequeños que en una familia hay que cooperar y que todos tienen que poner de su parte. Esto contribuye a crear un entorno sano y confortable en el que vivir y crecer.