¿Por qué me siento sin ganas de nada?

Sentirse como un desastre

Me siento como si rechazara voluntaria o involuntariamente a la gente… como si… boh, fuera poco intencionado… Si estoy ahí bien, si no estoy ahí, realmente no cambia mucho para la gente que me rodea.

¿Y por qué hablo tanto de ello?… quizá sea porque tengo tiempo que perder, o quizá sea porque cada vez que intento averiguar cómo me convertí en un trozo de roca que atrapa las emociones y no las deja salir, siempre vuelvo a eso.

He empezado a no confiar en nadie, o al menos a hacerlo con mucha dificultad. Soy incapaz de tener relaciones normales con la gente, tengo la impresión de que destruyo todo lo que (a menudo) otros construyen…

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Eres un don nadie

Por muchos fracasos que hayamos acumulado, por muchos errores que hayamos cometido, debemos ser siempre conscientes del valor incuestionable e intrínseco de ser humano, de estar en este mundo.

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Como adulto, Giorgino debería mirar su pasado poniendo la posición de cada uno en su sitio y los hechos en su justa medida: los adultos que estuvieron cerca de él y que no le cuidaron adecuadamente, las creencias que construyó en sí mismo y que no sólo le restaron poder, sino que fueron francamente erróneas.

Por ejemplo, ahora imagínate en un momento de tu vida en el que sientas que has sufrido un trauma: imagínate quizás de niño mientras tu profesor te cuenta algo que te ha afectado negativamente.

Me hace sentir como un don nadie

Cuando nace un amor, su curso, su aceleración o sus diversos contratiempos o posibles defunciones no pueden separarse de la historia afectiva y emocional de ambos protagonistas de la pareja.

Un desamor original trae consigo, como un efecto dominó, una serie de otras muchas carencias y vacíos que inevitablemente desembocarán, como el curso de un río, en la relación de pareja, un mar de navegación compartida.

Lagunas que caracterizan las primeras experiencias amorosas infelices en la infancia, experiencias que luego condicionaron -e influyeron profundamente- las posteriores relaciones de amistad y románticas, creando una “memoria corporal del no amor” y del sufrimiento.

Para poder disfrutar plenamente de los placeres de la vida en pareja, resulta absolutamente imprescindible haber conocido, combatido y superado los propios monstruos interiores o, al menos, haberlos enfocado y haber hecho las paces con ellos.

La psicoterapia individual o la terapia de pareja, que debe evaluarse caso por caso, es la única vía posible de alimentación psíquica y relacional para sanar y alimentar el pasado y convertirse por fin para uno mismo en esa “madre y ese padre amorosos” que faltaban cuando debían estar presentes.

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Pensar que no tienes valor psicológico

¿Un ejemplo? El actor Michael J. Fox, inolvidable protagonista de la trilogía de Regreso al Futuro. En su autobiografía, titulada Lucky Man, hablando de la época en que estaba en la cima de su éxito, escribió:

Hacia finales de los años 70, las psicólogas estadounidenses Pauline Clance y Suzanne Imes acuñaron la expresión síndrome del impostor para referirse a este tipo de pensamientos y sentimientos. Quienes la padecen sienten que no merecen su éxito, piensan que sólo han conseguido algo por un golpe de suerte, menosprecian sus logros y sienten un profundo sentimiento de vergüenza, como si estuvieran engañando a los demás al ocultar su verdadero yo.

A menudo nos sentimos expuestos, como si alguien pudiera en cualquier momento ver claramente nuestros sentimientos y expectativas y burlarse de nosotros por ello, criticarnos duramente, herirnos.

Haz una lista de todas las formas en las que se manifiesta tu trampa; anota, por ejemplo, las situaciones en las que te sientes inseguro, inadecuado o preocupado por el rechazo; los casos en los que haces comparaciones con otra persona y sientes envidia o celos; las circunstancias en las que sientes una gran irritación por algún insulto o te pones a la defensiva si alguien te critica; las situaciones en las que permites que te traten mal porque crees que no mereces nada mejor.

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