¿Cuáles son los mejores libros para adolescentes de 13 años?

Libros para niñas de 14 años

¿Qué se entiende por literatura infantil? ¿Tiene sentido buscar un libro infantil o juvenil para su hijo? Antes de hablar de los clásicos de la literatura infantil, aclaremos el significado de esta expresión.

En el vasto conjunto de la literatura infantil, hay ciertas obras que se han convertido en verdaderos clásicos: libros que probablemente usted también leyó cuando era joven y cuyo valor educativo no muestra signos de disminuir (¡y tampoco sus ventas, aparentemente!).

Los jóvenes amantes de las historias de detectives, la intriga y los rompecabezas encontrarán mucho que gustar en “Las aventuras de Sherlock Holmes” de Doyle, el prototipo por excelencia de las novelas de detectives. Sherlock te adentra en su mundo de detalles, lógica y suposiciones, involucrándote desde la primera página; una lectura que entretiene pero que también te enseña a ejercitar tu espíritu de observación.

A un metro de ti

Por ello, en este artículo trataremos de entender juntos de qué hablamos realmente cuando hablamos de la adolescencia y cómo podemos salir indemnes de ella manteniendo un cierto equilibrio, tanto personal como familiar.

En muy poco tiempo, un adolescente se encuentra con que tiene que entender el funcionamiento de un cuerpo totalmente nuevo, con nuevas sensaciones, estímulos y pulsiones nunca antes experimentadas, a menudo percibidas como un perfecto desconocido.

Matteo Lancini, psicólogo, psicoterapeuta y presidente de la Asociación Minotauro de Milán, defiende en este libro publicado por Mondadori un principio fundamental con el que estoy totalmente de acuerdo: los adolescentes necesitan padres autoritarios.

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Mujercitas

Al ilustrar este compendio de folclore japonés, Benjamin Lacombe ofrece un homenaje a la obra de Lafcadio Hearn, el escritor irlandés que transcribió para Occidente las leyendas transmitidas de generación en generación. Por ello, en Historias de fantasmas de Japón (L’ippocampo, editado por Ottavio Fatica), elige un estilo diferente para cada cuento, reinterpretando con su arte la amplia gama del bestiario tradicional japonés. Como apéndice del volumen, una serie de juegos inspirados en los tradicionales te permiten también inventar tu propia leyenda yokai.

Homo habilis, Homo ergaster, Homo erectus, Homo sapiens… En orden cronológico, El inventario ilustrado de la prehistoria (L’Ippocampo) de Emmanuelle Tchoukriel y Virginie Aladjidi nos presenta a las especies que nos precedieron, junto con los numerosos animales con los que cohabitaron, a través de textos breves y atractivos. A través del relato de los rituales y las costumbres de nuestros antepasados, descubrimos cómo dominaban el fuego y qué herramientas y armas utilizaban, y qué técnicas utilizan hoy los estudiosos e investigadores para reconstruirlo.

Libros para niñas de 13 años

2) Robinson el joven, de Joachim Heinrich Campe (1779)Hacia finales del siglo XVIII, el alemán Campe propuso la primera gran reescritura para niños de la obra maestra de Daniel Defoe (Vida y extrañas aventuras de Robinson Crusoe), publicada sesenta años antes, cambiando radicalmente la estructura narrativa, pero continuando la explotación de la figura del “buen salvaje” del siglo XVIII. Tarde tras tarde, un padre cuenta a sus hijos las aventuras del joven Robinson, sacando las necesarias conclusiones morales junto a toda la familia.

5) Carlo Collodi, Pinocho “Arlequín y Punchinello dudaron al principio; pero asustados por una mirada de su amo, obedecieron: y al cabo de poco tiempo volvieron a la cocina, llevando en brazos al pobre Pinocho, que, retorciéndose como una anguila fuera del agua, gritaba desesperado: – ¡Padre mío, sálvame! No quiero morir, no quiero morir…”

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6) Julio Verne, La vuelta al mundo en 80 días’¿Qué hacía Phileas Fogg mientras tanto? Se podía creer que, siempre inquieto y ansioso, se preocupaba por los cambios de viento que podían entorpecer la marcha del barco, por los movimientos desordenados del oleaje que corrían el riesgo de provocar un accidente en la maquinaria, en definitiva, se preocupaba por todas las posibles averías que, al obligar al “Mongolia” a reparar en algún puerto, comprometerían su viaje.

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