¿Qué es para ti la tristeza?
Tristeza en el corazón
Por lo tanto, son medios fundamentales para tomar decisiones y hacer elecciones “correctas” para nosotros en un momento determinado, lo que nos permite organizar nuestro comportamiento de forma coherente con lo que es correcto para nosotros.
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Estas estrategias también pueden ser funcionales y útiles en momentos puntuales. Pero no pueden convertirse en la forma habitual de afrontar lo que sentimos para intentar eliminarlo; también porque las emociones, incluida la tristeza, no pueden eliminarse de nuestra experiencia.
Todos estos mecanismos pueden llevar incluso a desarrollar una verdadera fobia a los estados internos dolorosos. Por eso es esencial permitirnos explorar estados emocionales dolorosos o temerosos. Escucharnos a nosotros mismos, conectar con las sensaciones físicas y estar en contacto con lo que sentimos nos permite, de hecho, utilizar las señales que percibimos de forma beneficiosa y positiva para nosotros, también en términos de evolución personal, y tener cada vez menos miedo de ellas.
Tristeza y melancolía
¿De qué depende esta repentina tristeza? En primer lugar, razones situacionales: el final del verano, en nuestra mente, corresponde a la inminente vuelta a situaciones cargadas de expectativas sociales y ansiedad, por ejemplo la vuelta al colegio o al trabajo. Luego viene la ansiedad de planificar los meses venideros, sobre todo la Navidad y el Año Nuevo, junto con la de no haber vivido plenamente el verano que acaba de pasar.
Los síntomas de la tristeza de agosto son una sensación de ansiedad, agitación o abatimiento, acompañada de insomnio, pérdida de peso o falta de apetito, pérdida de energía; al cuadro puede añadirse una sensación constante de tristeza, un deseo de estar solo y una falta de interés por las cosas que normalmente disfrutamos haciendo.
Para tratar de superar la ansiedad y la tristeza, desde un punto de vista práctico, puedes intentar hacer ejercicio, comer alimentos nutritivos -y a veces incluso sabrosos-, mantener la calma y dedicarte tiempo a ti mismo.
La tristeza es buena para ti
De media, hoy en día, un niño se va de casa alrededor de los 30 años: su marcha supone un gran cambio para ellos, porque tienen que liberarse de su familia de origen para crear su propia autonomía, con un hogar, una pareja, un trabajo, hijos.
Pero esta salida también implica a los padres, que deben actuar para responder a los grandes cambios que supone la separación de un hijo, aceptando su independencia y reconociendo su condición de adulto.
Cuando los hijos llegan a nuestras vidas muchos conflictos, deseos y necesidades individuales y de pareja se silencian por el bien de los niños, pero cuando se hacen adultos y se van de casa, los conflictos pueden resurgir.
A menudo, los padres que desarrollan el Síndrome del Nido Vacío pueden haber sufrido un trauma de abandono en su infancia: los síntomas resultantes desaparecen cuando encuentran una pareja permanente con la que pueden compartir sus vidas, y el pensamiento de la familia y los hijos les ayuda a mantener a raya sus ansiedades.
Síntomas de tristeza
En general, este trastorno afecta principalmente a personas con baja autoestima y a personas más bien dependientes que a menudo han sufrido relaciones traumáticas o rechazo durante la infancia o la adolescencia. Por lo general, el enfermo se ve a sí mismo como una víctima debido a la falta de pareja y se queja exageradamente de su condición de soltero.
Además, todas las personas que conoce se subdividen en personas que tienen una relación y personas que están solteras, por lo que se les juzga en función de estas características. Las relaciones que no encajan en el concepto “normal” de pareja son duramente criticadas.
Hasta ahora hemos visto el caso en el que la búsqueda del amor se convierte en una obsesión hasta el punto de convertirse en una fobia. Ahora analizaremos una situación que no está relacionada con los pensamientos obsesivos, pero que son comunes a todos nosotros en ciertos momentos de nuestra vida.
Para encontrar el amor, hay que empezar por desterrar todos estos mitos e intentar, por un lado, reforzar la confianza en uno mismo y el bienestar y, por otro, salir de nuestra zona de confort o de nuestros hábitos para experimentar cosas nuevas y conocer gente nueva.