¿Qué causa el abandono de un padre?

Prueba del síndrome de abandono

La norma examinada protege el valor ético-social de la seguridad del individuo frente a determinadas situaciones de peligro. En este sentido, no se ponen límites a la identificación de las fuentes de las que derivan las obligaciones de cuidado y custodia.

Se prevén circunstancias agravantes específicas de carácter objetivo cuando del hecho resulten lesiones personales (de cualquier tipo, leves, muy leves, graves o muy graves según los artículos 582 y 583) o la muerte.

En la hipótesis prevista en el apartado 2, el lugar donde se produjo el acto constituye también un elemento esencial del delito. En efecto, para que sea pertinente en virtud del artículo 591 del Código Penal, la custodia del niño de nacionalidad italiana debe haber tenido lugar en Italia, mientras que su abandono debe haber tenido lugar en el extranjero.

De acuerdo con el tercer párrafo, el caso se agrava si, como resultado de la conducta omisiva del agente, se derivan daños personales o la muerte de la persona abandonada, cuya ocurrencia podría haberse temido como consecuencia del abandono.

Consecuencias del trauma del abandono infantil

Suelen implicar a uno de los padres o a alguien afectivamente significativo para el niño. Pueden ser, por ejemplo, una enfermedad grave, un accidente grave, un fallecimiento u otros acontecimientos que impliquen un distanciamiento importante.

Dichos sucesos pueden ser reales (el retraso de la pareja en volver a casa), imaginados (imaginar a la pareja con un amigo) o implicar la interpretación completamente distorsionada de sucesos completamente “normales”. Por lo general, dominan los celos obsesivos. En los tres casos, pueden producirse consecuencias como ansiedad, miedo, angustia, dolor intenso hasta el punto de desmoronarse, pesadillas, cavilaciones y rumiación.

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Consecuencias psicológicas de la ausencia del padre

El abandono del padre o de la madre provoca, para algunos, una verdadera herida emocional difícil de sobrellevar a lo largo de los años: mientras que otros consiguen florecer y desarrollarse como personas a pesar de esta ausencia, otros arrastran sus consecuencias.

En todos estos casos, el abandono se vive como un duelo, una pérdida que afecta al equilibrio psicofísico del niño y a su impulso de supervivencia física y psicológica al desencadenar la duda de no ser suficiente o no ser digno de amor.

El apego podría definirse como el vínculo que se establece entre dos individuos como resultado de comportamientos específicos entre padre e hijo que generan ese vínculo cuyos fundamentos se encuentran en las primeras relaciones que el bebé y el niño tienen con sus padres.

No confiar en nuestra pareja, sentirnos solos, creer que nuestra pareja está dispuesta en cualquier momento a dejarnos y, por tanto, creer que estaremos solos el resto de nuestra vida: la ansiedad de abandono se manifiesta deteriorando primero a nosotros mismos y después nuestras relaciones.

El trauma del abandono de la madre

Muy a menudo se trata de proyecciones que los adultos hacen sobre sus hijos, porque en su corazón aspiran a ser padres perfectos y por ello viven con el temor de no haber hecho nunca lo suficiente, o por un cuidado hipervigilante de su hijo que les configura constantemente en línea sobre la regulación de éste, a veces de forma excesiva.

Dormirse representa, de hecho, una separación de la figura de apego que debe gestionarse según un ritual predecible y sin prisas, como cantar una canción de cuna o contar un cuento de hadas, arroparse, dar un beso de buenas noches.

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Es conveniente que en el viaje gradual hacia la conquista de la autonomía, que comienza con la alimentación independiente y conduce a la marcha y a la adquisición del lenguaje, el niño aprenda también a dormirse solo y, por tanto, a autorregular su estado de agitación a la calma.

De nuevo, los síntomas de la ansiedad por separación pueden aparecer siempre que se presente la ocasión de separarse del progenitor aunque sea por poco tiempo; entonces pueden surgir en el niño temores inusuales, como el de ser secuestrado o el de que le ocurra algo malo al progenitor que se va.

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