¿Cuáles serian los miedos de una persona?

Por qué tengo miedo de todo

En general, utilizamos la palabra “miedo” para indicar diferentes estados: la emoción que sentimos cuando centramos nuestra atención en un posible “peligro” en el futuro inmediato; el estado emocional desagradable del que aparentemente no podemos identificar las causas; la simple incertidumbre generalizada de la preocupación que a veces llamamos alternativamente “ansiedad”; o, de nuevo, utilizamos este término en frases como “tengo miedo de que se haya acabado el azúcar”, “tengo miedo de que llueva”.

Podemos definir el miedo como un estado de tensión psicológica y física, que determina una activación de los recursos individuales (veremos más adelante cuáles), útiles para preparar al individuo para afrontar de la mejor manera posible una determinada situación que se evalúa como “peligrosa” para uno mismo. El miedo, por tanto, tiene una función positiva cuando es una alarma “realista”, que nos advierte de que estamos potencialmente en peligro.

En 2001, el miedo a la energía nuclear dio paso a otros temores que ocupan el primer plano de la escena social. Uno de los principales temores de las dos últimas décadas se refiere a la salud y, en particular, al contagio del sida.

Síntomas de miedo a todo

El miedo nos ayuda a reconocer los peligros y a reaccionar. Nos insta a estar alerta y a prestar más atención. El miedo bien fundado nos da la energía que necesitamos para actuar con decisión, para protegernos, para movilizar nuestras fuerzas y para afrontar los retos.

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Esta reacción de alarma del cuerpo nos permite reaccionar muy rápidamente ante un peligro. El cuerpo y la mente están muy concentrados y listos para entrar en acción. Una vez pasado el peligro, la fase de estrés desaparece y se inicia la fase de relajación.

Las personas que catastrofizan experiencias anteriores de ansiedad o ataques de pánico evitan más adelante situaciones incluso remotamente similares. Cualquier intento de evasión confirma a su vez de forma indirecta el riesgo de la situación: “afortunadamente hoy no he tenido que coger el ascensor, nunca lo habría cogido”.

Los sentimientos negativos son al menos tan importantes como los positivos y no deben suprimirse ni reprimirse. Porque a menudo nos hacen ingeniosos, nos permiten afrontar los cambios necesarios o nos permiten decir que no.

Tema sobre el miedo

Las causas no siempre se deben a una agresión previa por parte de un perro, y también pueden deberse a la influencia de los medios de comunicación a la hora de informar sobre las causas de las agresiones, lo que puede generar estados de ansiedad y un aumento de esta fobia entre la población.

Hay algunas teorías que ven un origen evolutivo en la aparición de la fobia: el ser humano ha aprendido a reaccionar con fuerza ante determinados estímulos que pueden poner en peligro su vida. Estos estímulos fueron asimilados y crearon una especie de automatismo que condujo al miedo a dichos estímulos, como el miedo a las alturas, a ciertos animales venenosos, etc.

Esta teoría, también conocida como condicionamiento clásico, también predice que las personas tienden a evitar sistemáticamente todos los acontecimientos que podrían provocar miedo, y si el estímulo surgiera, reaccionarían con una fuerte ansiedad y miedo. Otras teorías, sin embargo, hablan de traumas en la adolescencia o en la infancia. Pero en ambos casos, estos estímulos ansiosos conducen a una vida limitada debido a la evitación de los estímulos que pueden causar la fobia en la persona.

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Tipos de temores

Las culturas de Asia Oriental (por ejemplo, Japón) se consideran el prototipo de autoconstrucción interdependiente. En cambio, la independiente se encuentra sobre todo en las culturas individualistas, siendo la cultura occidental un ejemplo prototípico.

Se caracteriza por permanecer en casa la mayor parte del día, por una participación social ausente y no buscada (por ejemplo, en el trabajo y la escuela) y por la persistencia de estas condiciones durante al menos 6 meses (Saito 2010).

Esta forma de aislamiento físico suele producirse en el hogar, donde estas personas pasan la mayor parte del día evitando la exposición a cualquier forma de socialización (en la escuela, centros deportivos y contextos de socialización similares) durante días, semanas o meses.

Zhong clasificó los síntomas antropofóbicos en tres categorías basándose en observaciones clínicas. El primero se refiere a los síntomas asociados a la expresión de los ojos, incluyendo el miedo a la mirada de los demás y la sensación de falta de naturalidad de la propia. El segundo se refiere a los síntomas asociados a la expresión facial, es decir, la sensación de tener expresiones inapropiadas frente a los demás y, finalmente, el tercero, se refiere al deseo compulsivo de mirar los pechos o los genitales de los demás a través de la propia visión periférica (Zhang y Zhong, 1993).

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