¿Por qué no se puede llorar?

Bloqueo emocional del llanto

En psicología, este tipo de persona que parece no sentir nunca nada se denomina alexitímico (palabra derivada del griego: a, negación; palabra lexis y thimos, emoción). Estos individuos tienen sentimientos pero tienen problemas para expresarlos.  Las personas alexitímicas son literalmente incapaces de explicar lo que sienten y, por supuesto, no tienen conciencia de sus sentimientos.

Las personas con alexitimia rara vez se enfadan, casi nunca lloran y, cuando lo hacen, se sienten muy desorientadas porque no entienden qué está pasando o cuál es el motivo del llanto. Son literalmente incapaces de explicar lo que sienten y, por supuesto, no tienen conciencia de sus propios sentimientos.

Además de esta prueba de autoevaluación de la alexitimia, se han identificado otras pruebas que pueden ser útiles para identificar esta enfermedad. Sobre todo, ciertos tests psicológicos proyectivos que, mediante el uso de imágenes, fotos o cuadros con significados ambiguos, intentan poner a prueba las emociones y expresiones de los sujetos, fomentando las asociaciones libres, cuando se enfrentan a dichas imágenes.

Qué pasa si no lloras

En la vida, a menudo suceden acontecimientos que pueden llevarnos a sentirnos mal y a llorar: un duelo, una separación, una pérdida, por ejemplo, al ser fuente de sufrimiento pueden llevarnos a llorar y, por tanto, a derramar lágrimas. Por lo tanto, en este caso se trata de lágrimas vinculadas a una emoción o emociones, entre las que se encuentran la tristeza, la angustia.

Por lo tanto, las lágrimas pueden actuar como señalizadoras de algo, pueden ayudarnos a lidiar con el estrés y la tensión acumulados y nos permiten desahogarnos cuando nos sentimos abrumados por el dolor.

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Cuando nos enfrentamos a un acontecimiento doloroso, al principio sentimos incomprensión. La rabia se apodera de ti después. Las lágrimas suelen surgir más tarde, cuando el desánimo se instala y necesitamos desahogarnos. Sin embargo, a menudo no lloramos: ¿por qué ocurre esto?

Al principio del artículo destacábamos que, gracias al llanto, podemos gestionar nuestro dolor: esto sucede porque cuando lloramos, liberamos ciertas hormonas como la oxitocina y la endorfina, que, como sabemos, son sustancias que nos hacen sentir bien, también en cuanto al estado de ánimo.

No poder llorar durante años

El Dr. Rottenberg, profesor de psicología de la Universidad del Sur de Florida, describe el llanto como una especie de entrenamiento. El llanto y el entrenamiento tienen en común algunas de las sensaciones que experimentamos a nivel físico: dolores de cabeza, temblores, secreción nasal, aumento de los latidos del corazón y sudoración.

Varios estudios científicos han demostrado que llorar es realmente bueno para la salud; ayuda a sacar el dolor, el sufrimiento interior, tiene un poder catártico. No es casualidad que hablemos a menudo del llanto liberador.

La investigación sobre este tema comenzó durante una entrevista con el profesor Trimble, neurólogo del comportamiento y uno de los principales expertos en la psicología del llanto del University College de Londres; muchas personas acudían a él preguntando por qué no podían llorar.

Como he escrito antes, el significado atribuido al llanto varía de una persona a otra: para algunas personas el acto de llorar tiene una valencia positiva, mientras que otras lo asocian con características o experiencias negativas.

No poder llorar después de un duelo

La separación enfrenta inevitablemente al individuo con el espectro de la soledad, el vacío y el dolor. Supone tener que volver a empezar, cuestionarse de nuevo y perder los puntos de referencia.

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Y para evitar esta condición, las parejas a menudo deciden seguir igual, aunque no sean nada felices. O siguen juntos odiándose, o se separan y vuelven sobre sus pasos una y mil veces. Seguir repitiendo una relación que ahora tiene poco que aportar a ambos.

A veces las historias comienzan por miedo a la soledad, porque al ser psicológicamente inmaduros buscamos el cuidado y la atención del otro. O para devolver viejas reivindicaciones no cobradas, como sentirse amado, comprendido, sentirse valioso a través del otro. La pareja se convierte entonces en una especie de “muleta” sin la cual sentimos que no podemos mantenernos. Y esto lleva a veces a aceptar incluso lo inaceptable, para alejar la soledad y tener que aceptarnos a toda costa.

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