¿Cuáles son los tres tipos de filosofía?

Filosofía lo que estudia

Incluso antes de la indagación especulativa, la filosofía era una disciplina que también asumía el carácter de la “forma de vida”, por ejemplo, en la aplicación concreta de los principios deducidos mediante la reflexión o el pensamiento. En esta forma, surgió en la antigua Grecia[5].

Históricamente, la filosofía abarcaba todos los campos del saber y a quien la practicaba se le conocía como filósofo. Desde la época del antiguo filósofo griego Aristóteles hasta el siglo XIX, la filosofía natural incluía la astronomía, la medicina y la física. Desde el siglo XIX, varias áreas de investigación que tradicionalmente formaban parte de la filosofía se han convertido en disciplinas académicas separadas; en particular, las ciencias sociales como la psicología, la sociología, la lingüística y la economía.

La segunda perspectiva, en cambio, encuentra su antiguo fundamento en la investigación “científica” de la filosofía griega, que se renovó en el siglo pasado con el renacimiento, acompañado de un resurgimiento del interés, del estudio de la lógica y con los intentos del Círculo de Viena, Bertrand Russell, Wittgenstein y otros, de fundamentar rigurosamente el conocimiento filosófico.

Historia de la Filosofía

Insuficiencia del concepto socrático. La idea platónica. Reminiscencia. Crítica aristotélica al dualismo platónico. La necesaria inmanencia de la forma sustancial en las cosas. Lo universal. El concepto de potencia y acto. El primer motor.

Decadencia del poder especulativo: análisis de los sistemas de los maestros (académicos y peripatéticos). La prevalencia del interés ético (historiadores y epicúreos). El absurdo del pensamiento que quiere ponerse límites a sí mismo (escepticismo).

La profundización del interés ético y las aspiraciones a lo trascendente. La importancia de Alejandría. La “metafísica religiosa” y la formación del neoplatonismo de Plotino. La revelación cristiana y los fundamentos doctrinales del cristianismo. Patrística, San Agustín.

El humanismo y el Renacimiento. La filosofía del Renacimiento y la prevalencia de la concepción platónica, Giordano Bruno. El establecimiento del método experimental: Bacon y Galileo. La influencia del Renacimiento italiano en el proceso formativo del pensamiento moderno.

Filosofía de la ciencia

La insuficiencia de las herramientas cognitivas tradicionales emerge en toda su magnitud ante la explosión de fenómenos cualitativamente nuevos que han rediseñado la geografía del mundo humano, con la aparición de la perspectiva planetaria.

Encorsetar el nuevo mundo dentro de un perímetro conceptual obsoleto corresponde a exorcizar el miedo a lo desconocido juzgándolo con parámetros inadecuados, para condenarlo bajo la bandera de valores extraídos de una referencia axiomática creada para responder a preguntas de otros contextos.

Si no queremos desnaturalizarnos, renunciando a ese conocimiento significante que siempre ha connotado la esencia humana, debemos abandonar toda resistencia intelectual inútil, para dejar que nuestro conocimiento-acción se reorganice automáticamente en módulos adecuadamente eficaces en ese nuevo dominio que estamos rediseñando en contexto con las preguntas que incesantemente surgen.

La hibridación entre el hombre y la tecnología afecta evidentemente también a la fenomenología de los propios acontecimientos, que se modifican configurando nuevos y sorprendentes escenarios: el hombre se reestructura junto con el mundo circundante, simbióticamente.

Filosofía

Por naturalistas jónicos (también llamados físicos, fisiólogos o hilozoístas) entendemos los filósofos de la escuela de Mileto, que se dedicaron a la búsqueda de un principio físico como origen y sustancia de las cosas. Hay tres exponentes de esta escuela: Tales, Anaximandro y Anaxímenes.

Anaximandro también proporciona una descripción de cómo las cosas derivan de esta sustancia primordial. Cree que el apeiron está en constante movimiento y a partir de él se produce una separación de pares de opuestos (caliente/frío, húmedo/seco, etc.); por ello se generan infinitos mundos, en los que los pares de opuestos entran en conflicto y dan lugar al devenir.