¿Cuál es la relación entre la alquimia y la química?

Sinónimo de alquimia

La figura del alquimista destaca entre las líneas que unen la ciencia y la palabra. Podríamos pensar que es un recurso narrativo, pero la alquimia y el alquimista fueron, en su época, precisamente el nexo de unión entre la palabra y la ciencia in nuce. Fueron un puente y marcaron el paso entre dos cosmovisiones cuyos materiales de partida eran el hombre y la materia y sus relaciones mutuas.

A partir del siglo XIII a.C., el vínculo de poder entre la palabra y la transformación de la materia, especialmente de los metales, también experimentó el progresivo deterioro que cabía esperar por el creciente número de fallos. La alquimia se hizo más consciente de los mecanismos materiales de transformación, hecho que condujo, correlación o consecuencia, también a un progresivo debilitamiento de la palabra. La ampliación de las observaciones produjo un cambio en el panorama general, alterando el predominio de los elementos, la materia y la palabra, pero sin romper aún el vínculo.

La química entre dos personas es eso que no se elige

Otra etimología relaciona la palabra con al-kemi, que se dice que deriva de Kemet, un término utilizado por los antiguos egipcios en su lengua para indicar el color del suelo en el que vivían, es decir, “tierra negra”, y que más tarde pasó a significar “arte egipcio”, ya que eran considerados poderosos magos en todo el mundo antiguo[3] La palabra también puede derivar de kim-iya, un término chino que significa “zumo para hacer oro”[4].

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Además de ser una disciplina física y química, la alquimia implicaba una experiencia de crecimiento o más bien un proceso de liberación espiritual del practicante. Desde esta perspectiva, la ciencia de la alquimia pasó a representar un conocimiento metafísico y filosófico, adquiriendo connotaciones místicas y soteriológicas, en el sentido de que los procesos y símbolos alquímicos, además de su significado material, relativo a la transformación física, poseían un significado interior, relativo al desarrollo espiritual[5].

La ciencia de la alquimia también evolucionó considerablemente a lo largo del tiempo, comenzando casi como un apéndice metalúrgico-medicinal de la religión, madurando en un rico cuerpo de estudios, transformándose en una ciencia sapiencial y, finalmente, proporcionando algunos de los conocimientos empíricos fundamentales en la química y la medicina modernas, lo que, sin embargo, también se ha interpretado como una forma de su decadencia.

Diferencia entre química y alquimia

La figura del alquimista destaca entre las líneas que unen la ciencia y la palabra. Podríamos pensar que es un recurso narrativo, pero la alquimia y el alquimista fueron, en su época, precisamente el nexo de unión entre la palabra y la ciencia in nuce. Fueron un puente y marcaron el paso entre dos cosmovisiones cuyos materiales de partida eran el hombre y la materia y sus relaciones mutuas.

A partir del siglo XIII a.C., el vínculo de poder entre la palabra y la transformación de la materia, especialmente de los metales, también experimentó el deterioro progresivo que cabía esperar por el creciente número de fallos. La alquimia se hizo más consciente de los mecanismos materiales de transformación, hecho que condujo, correlación o consecuencia, también a un progresivo debilitamiento de la palabra. La ampliación de las observaciones produjo un cambio en el panorama general, alterando el predominio de los elementos, la materia y la palabra, pero sin romper aún el vínculo.

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Al final del volumen aparece una especie de índice analítico, del que sólo quedan las 6 primeras páginas sin numerar (hasta la letra R). En la última página aparece un fragmento de índice, diferente del anterior, de sólo 4 líneas. Entre la antepenúltima página y la penúltima aparece una pequeña cartela volante con letra diferente a la del texto[1].

Qué es el amor entre dos personas

Aunque la química ha avanzado mucho desde la época de Boyle, aún queda mucho por hacer. En los últimos años del siglo XVIII, los científicos seguían buscando cosas que no existían en absoluto, como el famoso flogisto, la sustancia que se creía que se desprendía del producto en llamas. Todavía se buscaba el elixir de la vida que supuestamente protegía al hombre de las enfermedades y le hacía vivir mucho tiempo, o el misterioso élan vital, la fuerza que daba vida a los objetos inanimados: nadie había identificado esta esencia etérea, pero se creía que estaba presente en las sustancias orgánicas mientras que las inorgánicas carecían de ella.

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