¿Cuál es el país que más lee libros?

Estadísticas europeas de lectura

También soy autor, sin ninguna pretensión y principalmente por el placer de escribir, de 19 libros electrónicos (dos también disponibles en papel), publicados con Delos Digital, editorial que conozco y estimo desde hace tiempo, y he recibido propuestas de otras editoriales, siempre rechazadas, para escribir para ellas.

El resultado es un mercado en el que el número de ejemplares de libros destinados a la pulpa es mayor que los expuestos en las librerías y los vendidos, incluidos los de las tiendas online. Y de poco sirve el limitado porcentaje de libros digitales que se venden en Internet. De poco o nada sirve el inexplicable y casi alucinante éxito de los libros escritos por influencers (Ferragni, De Lellis), futbolistas, cantantes, políticos y actores que suelen dominar las listas de ventas de libros en Italia.

Textos inútiles y mal escritos, a menudo por personas que no tienen nada particular que decir, que son celebrados por algunos como nuevos clásicos pero que acaban siendo papel pintado, para no ser leídos o para ser rápidamente olvidados.

Países que leen más

En el Norte, la lectura en tres años pasa del 63% (2019), al 60% (2020) y luego al 59% (2021), valores similares en el Centro (61% en 2019, 57% en 2020, 56% en 2021), pero en el Sur pasa del 41% en 2019 al 40% en 2020 y al 35% en 2021. La diferencia entre el Norte y el Sur aumenta de 22 a 24 puntos porcentuales. Los lectores con baja cualificación educativa son ahora el 36%, lo que supone un descenso de 14 puntos porcentuales en dos años, mientras que los lectores con título universitario son el 84%, lo que supone un descenso de 7 puntos. En cambio, el diferencial entre hombres y mujeres sigue intacto: ambos leen menos que antes: el 60% de las mujeres son lectoras, el 52% de los hombres.

Estadísticas de lectura en el mundo

Los datos se recogieron mediante una encuesta en línea realizada en siete mercados internacionales, entre ellos Italia, España, Países Bajos, Alemania, Grecia, Turquía y México. Se pidió a mil padres de adolescentes de entre 11 y 18 años que respondieran a un cuestionario sobre los hábitos y preferencias de lectura de sus hijos.

En cuanto a las razones por las que nuestros adolescentes no leen más a menudo, sólo el 39% de los padres italianos afirma que a su hijo no le gusta leer, frente a una media del 46% en los demás países analizados. Por otro lado, el 41% de los padres italianos afirma que la falta de tiempo es la principal razón por la que nuestros hijos no leen tanto como quisieran.

La lectura entretiene, relaja e inspira a los adolescentes italianos que, al igual que sus compañeros del resto del mundo, prefieren leer por la noche, antes de acostarse (52%). El 41% prefiere el fin de semana y sólo el 6% de los jóvenes lectores lee por la mañana, antes de ir al colegio. Hábitos que coinciden con los de los demás países estudiados.

Eurostat

Creemos que se trata de una buena iniciativa: depende del olfato y la imaginación de cada municipio para desarrollar una idea innovadora y atractiva. Así, por ejemplo, no hay un nuevo Salón/Feria/Mercado/Festival del Libro, que a estas alturas están prácticamente en todas partes y en todos los meses.

“Esta ley, en contra de lo que afirma el presidente de la Asociación de Grandes Editores, permite controlar y disminuir los precios reales. Los descuentos salvajes afectan en primer lugar a las familias de quienes trabajan en la edición y al precio de cubierta de los libros, que se incrementa sistemáticamente precisamente para “compensar” estos descuentos”.

Por otro lado, la AIE, la Asociación Italiana de Editores, a la que pertenecen, entre otros, los tres principales grupos editoriales italianos -Mondadori, Giunti y GeMS-, se opuso firmemente. Los dos primeros, al igual que el otro miembro de la AIE, Feltrinelli, son propietarios de sus propias librerías.

También son contrarios ciertos insulsos profesionales del unboxing y los mohines fotogénicos, aspirantes a bookinfluencers que se pasan el día desempaquetando libros que las editoriales les envían de regalo, y a los que no nos consta que tengan ningún conocimiento teórico o práctico de economía, edición, venta al por menor o al por mayor.