¿Qué es la sincronicidad entre dos personas?

Sincronización del karma

Una contribución importante, que más tarde también retomó Jung, se refiere a la especulación trascendental de Arthur Schopenhauer sobre el aparente designio intencional en el destino del individuo, en la que el filósofo analiza la tendencia finalista de los acontecimientos[17].

Barbara Honegger parte de la base de que los acontecimientos sincrónicos deben estar vinculados a un sustrato neurológico del lóbulo parietal inferior. Mientras que Jule Eisenbud sugiere que son el resultado de las influencias PSI del propio observador[33].

Así, Jung prevé, entre otros muchos ejemplos, el envío de una carta con el relato de un sueño de un paciente, ignorante del tema, que relataba un sueño de platillos volantes, mientras Jung estaba al mismo tiempo investigando el tema. Jung y Pauli creen que hay muchos casos similares en la investigación científica: a menudo se hacen muchos descubrimientos simultáneamente en todo el mundo. Sin embargo, Jung se defiende viendo un plan divino, el destino o el karma.

“Hay cadenas causales que parecen no tener sentido (como la máquina de Tinguely) y también hay coincidencias aleatorias que no tienen sentido. Por tanto, debemos abstenernos -insistió Jung- de ver coincidencias significativas donde realmente no las hay”.

Mensajes sincrónicos

Normalmente, este tipo de experiencias aparecen en nuestra vida de improviso, pero muy a menudo pueden cambiar el curso de nuestra vida. Por eso tenemos que estar abiertos y receptivos al mundo, para poder captar el momento exacto en que se producen.

En otras palabras, todo sucede por una razón: en primer lugar, porque estamos conectados unos con otros, y en segundo lugar, porque hay mensajes detrás de lo que normalmente llamamos coincidencias.

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Puede ser otra pareja que nos haga sentir mal y nos haga abandonar definitivamente ciertos comportamientos o patrones amorosos en los que volvemos a caer continuamente, o por el contrario puede ser la persona con la que pasamos tanto tiempo porque nos sentimos nosotros mismos. Quizá acabemos sintiéndonos serenos y felices, y seamos capaces de entender cuáles son las bases de una relación sana.

Coincidencias significativas

Partamos de una base: los seres humanos están interconectados. Esto se debe a que todos formamos parte de un gran ecosistema que, aunque perturbado, sigue siendo armonioso, nutriéndonos y haciéndonos crecer de una manera tan espléndida como, a veces, misteriosa.

En la base de las coincidencias estaría precisamente esta red, esta serie de informaciones energéticas que, además, nos unirían a otros seres vivos como los tiburones, que tienen pequeñas “ampollas” en su piel capaces de detectar cambios electromagnéticos.

Mientras que tenemos una serie de eminentes académicos que quieren dar sentido a las coincidencias, también tenemos a los que nos dicen que nos lo tomemos con calma. Por ejemplo, un estudio de 2015 publicado en New Ideas in Psychology pone en orden cualquier fantasía.

La sincronización y la ley de la atracción

Sin embargo, no todo el mundo sabe que hay cientos y cientos de estudios en la literatura científica (todos revisados por pares) que tratan este tema, es decir, cómo el cerebro (o la psique) puede influir -consciente o inconscientemente- en otros sistemas, orgánicos o inorgánicos, a distancias considerables.

Grinberg-Zylberbaum creía que un “potencial transferido”, como él llamaba a esta forma de transporte, sólo se producía entre quienes se habían sometido a un determinado régimen meditativo, y sólo después de que el emisor y el receptor hubieran establecido un determinado tipo de relación psíquica.

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Todos los emparejados, conocieran o no a su pareja, mostraron un aumento de las ondas cerebrales en sincronía. Los únicos participantes que no mostraron este efecto fueron los que no tenían pareja (Kittenis M et al. Distant psycophysiological interaction effects between related and unrelated participants. Actas de la Convención de la Asociación Parapsicológica, 2004: 67-769)

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