¿Cómo se le llama a una persona que quiere tener el control de todo?

Miedo a perder el control

Como ya se ha dicho, hay personas que tienden a controlar todo y a todos: a los demás y su comportamiento. Estas personas viven constantemente en la ansiedad: una ansiedad que sólo pueden aliviar mediante el control.

Como afirma el psicoterapeuta Pani, “este hipercontrol sugiere, por tanto, que algunas personas sólo encuentran seguridad en este comportamiento extremadamente activo y orientado a la perfección, que se manifiesta sobre todo cuando se sienten obligadas a relajarse. Parece una paradoja, pero cuando podrían estar descansando, los fanáticos del control empiezan a inquietarse, porque sienten que no hay acciones que hacer, y se imaginan que algo se les escapa de las manos”.

“Dejar” significa que durante un tiempo las cosas sigan su curso, que se muevan libremente sin nuestra intervención, hasta que la dirección de su movimiento se muestre espontáneamente. Si renunciamos a intentar guiar las cosas y éstas se alejan de nosotros, dejémoslas ir. Lo dejamos ir.

Tener el control

Las compulsiones son conductas repetitivas e improductivas que a menudo se ejecutan de forma ritual -también pueden ser operaciones mentales- y que el sujeto se siente obligado a ejecutar para reducir la ansiedad o evitar acontecimientos temidos.

Cuando los neurocientíficos compararon los escáneres cerebrales de grupos de personas con TOC con los de grupos de personas sin TOC, descubrieron que hay ciertas áreas del cerebro que funcionan de forma diferente. Los enfermos de TOC intentan desesperadamente librarse de esta ansiedad interminable y paralizante.

Las terapias basadas en la evidencia para el TOC son la terapia cognitivo-conductual (terapia de exposición y prevención de la respuesta) y la terapia farmacológica.

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Los estudios demuestran que una media del 70% de los pacientes mejora con la intervención cognitivo-conductual y/o farmacológica. Los pacientes que responden al tratamiento farmacológico muestran una disminución media de los síntomas de entre el 40 y el 60 por ciento, mientras que los que son tratados con psicoterapia cognitivo-conductual informan de una disminución media de los síntomas de entre el 60 y el 80 por ciento.

Hipercontrol

Los rasgos esenciales del trastorno son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes que crean alarma o miedo y obligan a la persona a realizar conductas o acciones mentales repetitivas.

Las obsesiones se diferencian de las preocupaciones en que estas últimas se refieren a acontecimientos negativos, relacionados con cuestiones de la vida cotidiana, que puede temer que ocurran. Por ejemplo, puede estar preocupado por suspender un examen, por su situación económica, por su salud o por sus relaciones interpersonales. A diferencia de las obsesiones, las preocupaciones no parecen excesivas y sin una base racional, sino que se refieren a riesgos reales, que todo el mundo reconoce como tales.

A diferencia de otros trastornos psicológicos, que son básicamente homogéneos, en la práctica clínica se pueden distinguir con relativa claridad siete tipos de trastorno obsesivo-compulsivo, que a veces se presentan de forma simultánea.

Algunos pacientes con TOC tienden a pedir constantemente a sus familiares y amigos que les tranquilicen con respecto a sus preocupaciones. Por ejemplo, si temen la contaminación, suelen preguntar si se han lavado ciertos objetos o alimentos, si nadie ha tocado sus cosas, si los demás se han lavado después de ir al baño o después de tocar animales o cosas “sucias”. Si, por el contrario, temen futuras desgracias a causa de sus propias omisiones u olvidos (alteraciones del control), preguntan a los demás si han cerrado el gas, la puerta de casa o el coche, si han apagado la luz o la cocina eléctrica, si no han atropellado a alguien accidentalmente con su coche o si no tienen rastros de sangre. En cualquier caso, las peticiones de tranquilidad adquieren la función de comportamiento tranquilizador en todos los sentidos, a la par que las compulsiones.

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Todo bajo control significa

Por lo tanto, se habla de perfeccionismo patológico cuando existe una preocupación exagerada por cometer errores, normas personales poco razonables, inseguridad, necesidad de organización y expectativas excesivamente críticas por parte de los padres.

Se habla de perfeccionismo socialmente impuesto cuando la persona cree erróneamente que los demás pueden tener expectativas exageradamente altas sobre ella. También cree que cumplir esas expectativas es la única manera de ganarse su aprobación.

En particular, el miedo a ser juzgado/no estar a la altura en el trastorno de ansiedad social, el miedo a ser un fracaso en la depresión y el miedo a estar gordo en la anorexia nerviosa pueden ser el resultado de normas y expectativas perfeccionistas disfuncionales.

La autoestima del narcisista se alimenta del reconocimiento de los demás y de las personas de las que se rodea. Las personas poderosas y exitosas las convierten en seres socialmente respetables y envidiables.

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