¿Cómo decirle a alguien que va a ser papá?
Imágenes para decir que estoy embarazada
Los años pasarán y un día mirarás a tu hijo como un hombre y te sentirás increíblemente orgulloso de que se cuide, esté seguro, haga una contribución y, con suerte, llegue mucho más lejos que tú en el ámbito de su vida.
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Hasta que no tengas un hijo propio, no sabrás lo que significa. Nunca conocerás la alegría más allá de la alegría, el amor más allá del sentimiento que resuena en el corazón de un padre cuando mira a su hijo.
Sus hijos no son sus hijos. Son los hijos e hijas del hambre de la vida. No vienen de ti, sino a través de ti, y no te pertenecen aunque viváis juntos. Puedes amarlos, pero no los obligues a tus pensamientos, porque ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes custodiar sus cuerpos, pero no sus almas, pues habitan en casas futuras, que ni siquiera en sueños puedes visitar.
Regalo para un futuro padre
Padre, aunque no fueras mi padre, aunque fueras un desconocido para mí, por ti mismo, te querría igual. Porque recuerdo una mañana de invierno que la primera violeta de la pared de enfrente la descubriste a través de tu ventana y nos diste la alegre noticia.
Y en aquella otra ocasión recuerdo cómo perseguiste a mi hermana, todavía mi pequeña, por toda la casa, amenazando y amagando (la testaruda había hecho no sé qué) Pero cuando la alcanzaste, gritando de miedo, te faltó el corazón: que te habías visto a ti misma persiguiendo a tu hijita y, toda asustada, la atrajiste a tu pecho, y con caricias en los brazos, la desarrollaste como para defenderla de aquel villano que era tu antiguo yo.
Cuando finalmente nací, te sentí. Sentí la piel de mi madre y el sabor de su leche. Sentí que gotas de lágrimas caían sobre mi cabeza. Pero ahí estaban: tus manos. Los reconocí porque se movían con el mismo asombro que cuando me acariciabas por el vientre. Y por fin me sentí segura.
Convertirse en padre frases
Padre, aunque no fueras mi padre, aunque fueras un desconocido para mí, por ti mismo, te querría igual. Porque recuerdo una mañana de invierno que la primera violeta en la pared de enfrente La descubriste desde tu ventana y nos diste la alegre noticia.
Y en aquella otra ocasión recuerdo cómo perseguiste a mi hermana, todavía mi pequeña, por toda la casa, amenazando y amagando (la testaruda había hecho no sé qué) Pero cuando la alcanzaste, gritando de miedo, te faltó el corazón: que te habías visto a ti misma persiguiendo a tu hijita y, toda asustada, la atrajiste a tu pecho, y con caricias en los brazos, la desarrollaste como para defenderla de aquel villano que era tu antiguo yo.
Cuando finalmente nací, te sentí. Sentí la piel de mi madre y el sabor de su leche. Sentí que gotas de lágrimas caían sobre mi cabeza. Pero ahí estaban: tus manos. Los reconocí porque se movían con el mismo asombro que cuando me acariciabas por el vientre. Y por fin me sentí segura.
Formas originales de decir que estás embarazada
Afortunadamente no soy una persona que se ponga histérica cuando sucede algo inesperado o incontrolable. En ese difícil momento supe que tenía que apoyar a Valentina lo mejor posible. Ella era la que necesitaba apoyo, así que olvidemos las rabietas; lo que se necesitaba aquí era sangre fría y mucha calma.
No me sentí emocionalmente comprendida ni apoyada. El único apoyo que tuve fue por teléfono de la familia y de Valentina (afortunadamente ella y yo siempre nos apoyamos y nos entendemos). Sin duda fue algo, pero en ese momento y en esa situación no fue suficiente.
Los niveles de estrógeno en los padres también aumentan cuando la mujer se queda embarazada, para permitir respuestas biológicas menos agresivas y facilitar los mecanismos de apego (Rholde et al., 2005).