¿Cómo es una buena relacion con los padres?
Cómo los padres destruyen a sus hijos
La familia se define como ese sistema de relaciones fundamentalmente afectivas, presente en todas las culturas, en el que los seres humanos permanecen durante mucho tiempo, y no en cualquier momento de su vida, sino el constituido por sus etapas cruciales de desarrollo.
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Más información: Familia extensa: consejos para una integración pacíficaLos acontecimientos críticos por excelencia son el nacimiento y la muerte, además puede haber episodios puntuales como el matrimonio o el nacimiento, o fenómenos psicosociales menos circunscritos como la adolescencia de los hijos.
Padres con dificultades con sus hijos
La base para desarrollar un vínculo de relación con el bebé comienza con el “cara a cara” con la madre (o cuidador). Es en estas primeras miradas cuando el bebé se ve reflejado en el rostro del adulto. Los padres, muchas veces de forma inconsciente, le miran imitando sus propias expresiones, activando las llamadas neuronas espejo que le ayudan a ganar confianza en sí mismo, a entender sus emociones y las necesidades que ve reflejadas en el rostro del adulto.
Varios experimentos han demostrado que los niños con apego seguro a los que su madre deja solos en un entorno extraño, por ejemplo una habitación desconocida, lloran y buscan a su madre. Cuando la madre regresa y tranquiliza al bebé, éste gana confianza y comienza a buscar en el entorno.
En cambio, los bebés con apego inseguro, cuando su madre sale de la habitación, no lloran ni la buscan, o tienen comportamientos estereotipados como golpearse la cabeza o balancearse hacia delante y hacia atrás: signos de ansiedad y desorientación.
Artículo de prensa sobre la relación entre padres e hijos
La entrada de un niño en la adolescencia suele provocar en los padres un cierto malestar: el niño dulce y tímido de ayer se está convirtiendo (¡de repente, según la madre!) en un niño diferente, a veces malhumorado e incomprensible. Esta fase de crecimiento trae consigo (inevitablemente) conflictos, relaciones agotadoras y discusiones sobre la obtención de “nuevos derechos” y mayor autonomía.
En cambio, con la entrada en la escuela media, el niño va al otro lado del campo y empieza a tirar de la cuerda para dejar entrar al adulto en su territorio. En este punto, hay que encontrar un equilibrio entre los jugadores: esta es la verdadera lucha del padre que debe tirar de la cuerda con una fuerza bien meditada para cada situación individual.
En otras palabras, para Pellai, el padre debe estar dispuesto a jugar el juego con su hijo, calibrando la fuerza con la que tira de la cuerda, a lo largo de su adolescencia (que no tiene un principio y un final bien definidos).
La actitud de los padres debe cambiar hacia el niño en función de la situación o el problema a tratar. Un enfoque siempre rígido, sólo protector o demasiado amistoso no se presta bien a cada momento diferente de la vida de un adolescente, según Pellai.
Psicólogo de padres e hijos
En cuanto a la selección de los futuros padres, ésta se realizaba sistemáticamente tanto de forma instintiva, a través del rechazo de los discapacitados y de todas aquellas condiciones en las que existía un trastorno psíquico o de comportamiento de cierta importancia, como de forma familiar, cuando los padres estimulaban a sus hijos para evitar la unión con “personas irreconocibles” y, por tanto, con comportamientos sociopáticos o psicopáticos.
En caso de que los padres se ausenten por unas horas, el niño encuentra la mayor fuente de seguridad en los abuelos y tíos, menos en las niñeras, menos aún en las niñeras por horas, mientras que las guarderías u otro tipo de instituciones no son en absoluto recomendables antes de los tres años.
La comida y la cena, durante las cuales debería estar prohibida la televisión, no deberían ser sólo momentos en los que uno se alimenta, sino ocasiones de comunión, escucha y diálogo para toda la familia. Momentos en los que las experiencias del día se confrontan, se aclaran, se reviven junto a los seres queridos.