¿Qué es la probabilidad en filosofía?

Probabilidad matemática

Para entender a Pascal, hay que recordar que no sólo se trata de un filósofo y teólogo creyente, sino sobre todo de un matemático, un científico y, recordémoslo, un experto jugador.

Quien tiene que tomar una decisión con resultados inciertos se asemeja a un buen jugador que tiene que saber hacer bien sus cálculos y preguntarse si tiene un procedimiento para afrontar lo inesperado sin salir perdiendo. O, al menos, sin perder demasiado.

En toda apuesta se pone en juego un valor finito con la esperanza de obtener uno mayor, siempre finito. Hasta aquí, todo claro. Pero, ¿cuánto tenemos que estar dispuestos a apostar para no excedernos? ¿Cuándo se juega “demasiado”?

Llegados a este punto, para saber cuánto merece la pena apostar, en comparación con una hipotética victoria W tenemos que hacer una simple proporción entre la relación apuesta/ganancia y la relación certeza/incertidumbre.

Si al apostar una vida ganara dos, entonces teóricamente, basándonos en lo que hemos visto, seguiría siendo aceptable apostar. Si hubiera tres vidas, sería incluso conveniente. Ahora, una vida, dos vidas o tres vidas no están en juego aquí.

Propiedades de la probabilidad

Entre 1631 y 1639 asistió a la tertulia científica y filosófica dirigida por el padre Mersenne, amigo y consejero de Descartes, que incluía a Fermat, Roberval y otros. A los 17 años publicó su primer ensayo científico, el Essai sur les coniques.

Las conversiones no borraron sus intereses científicos: por ejemplo, elaboró la teoría de la cicloide, cuyo descubrimiento sirvió de base para la formulación del cálculo infinitesimal de Leibniz.

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La muerte le llegó muy joven, tras un largo sufrimiento en el que compuso la Oración para pedir a Dios el buen uso de la enfermedad y vendió todas sus posesiones (carruaje, caballos, alfombras, muebles…) para donar lo recaudado a los pobres.

La miseria y la grandeza del hombre van, pues, de la mano, ya que las miserias humanas “son las miserias de un gran señor, las miserias de un rey depuesto”; miserias que sólo el hombre conoce (un árbol no sabe que es miserable) y que, por tanto, son en sí mismas un signo de grandeza.

De hecho, indica: que venimos de Dios (grandeza), y que no somos Dios (miseria); que aspiramos a Dios como un “rey caído” (véase el dogma de la caída original) que anhela su palacio (“¿Quién es infeliz por no ser rey, sino un rey depuesto?”).

Teoría de la probabilidad

Los libros a través de los cuales, en Helgoland, Rovelli dice haberse interesado por la física cuántica: P.A:.M. Dirac, The Principles of Quantum Mechanics, 1968; L. D. Landau y E .M. Lifšits, Quantum Mechanics, 1976; R. Feynman, Feynman’s Physics, 1970; E. H. Wichmann, Quantum Physics, 1973; A. Mesías, Mecánica Cuántica, 1967.

En este sentido, entra en juego una dimensión de incertidumbre que Rovelli considera una característica fundamental del conocimiento científico, como alternativa a la presunta certeza absoluta que más bien pertenecería a ciertas formas de religión. Escribe en Helgoland:

La búsqueda del conocimiento no se alimenta de la certeza: se alimenta de una ausencia radical de certeza. A través de la conciencia aguda de nuestra ignorancia, nos abrimos a la duda y podemos aprender cada vez mejor.

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Ante la desorientación y la proliferación de alternativas, muchos científicos, como recuerda Rovelli, prefieren tomar la mecánica cuántica como una poderosa herramienta científica y renunciar a entender su significado. Este enfoque, escribe Rovelli, “renuncia a una imagen realista del mundo, más allá de lo que vemos o medimos. La teoría sólo habla de lo que ve un agente. No está permitido decir nada sobre el gato o el fotón cuando no los miramos”.

Probabilidad compuesta

En este punto, la existencia de la teoría cuántica ha cambiado nuestra actitud sobre lo que se creía en el siglo XIX. Durante ese periodo, algunos científicos se inclinaban a pensar que los fenómenos psicológicos podían explicarse en última instancia a partir de la química y la física del cerebro. Desde el punto de vista de la teoría cuántica, esta suposición no parece justificada en absoluto.

En física, nuestro trabajo científico consiste en plantear preguntas sobre la naturaleza en el lenguaje que poseemos e intentar obtener una respuesta a partir de la experimentación con los medios de que disponemos. De este modo, la teoría cuántica nos recuerda, como dijo Bohr, la vieja sabiduría de que, al buscar la armonía de la vida, no debemos olvidar que en el drama de la existencia somos tanto actores como espectadores”.

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