¿Cuándo surge la moneda en el mundo?
Il fiorino: storia, aneddoti
– HASELGROVE C. (2006): “The impact of the Roman Conquest on indigenous coinages in Belgic Gaul and southern Britain”, en P. de Jersey (ed.), Celtic Coinage: New Discoveries, New Discussion, Oxford, pp. 97-115.
Contenidos
– WIGG-WOLF, D. (2011): “La función de las acuñaciones celtas en el norte de la Galia”, en García-Bellido, M. P., Callegarin, L., Jiménez Díaz, A. (eds.), Trueque, dinero y acuñación en el Mediterráneo antiguo (siglos X-X a.C.), Madrid, pp. 301-341.
– CORSI, J., LO GIUDICE, A., RE, A. et al. (2018): “Potencialidades del análisis por fluorescencia de rayos X en numismática: el caso de estudio de las monedas prerromanas de la Galia Cisalpina”. Ciencias Arqueológicas y Antropológicas 10, pp. 431-438.
– HASELGROVE C. (2006): “The impact of the Roman Conquest on indigenous coinages in Belgic Gaul and southern Britain”, en P. de Jersey (ed.), Celtic Coinage: New Discoveries, New Discussion, Oxford, pp. 97-115.
– WIGG-WOLF, D. (2011): “La función de las acuñaciones celtas en el norte de la Galia”, en García-Bellido, M. P., Callegarin, L., Jiménez Díaz, A. (eds.), Trueque, dinero y acuñación en el Mediterráneo antiguo (siglos X-X a.C.), Madrid, pp. 301-341.
La moneda: historia de
Alrededor del año 650 a.C., en Lidia (Turquía) se producían monedas en su forma actual, hechas con una aleación de oro y plata. Hacia el año 550 a.C. aparecieron las primeras monedas de oro y plata puros gracias a los avances de la metalurgia. En un solo siglo, el uso de las monedas se extendió por toda Grecia, seguida por la Galia (que se convertiría en Francia) en el 450 a.C.
Las culturas, y luego las monedas, se encontraron en las zonas comerciales. Para facilitar los pagos entre países, se crearon cartas de cambio en 1291 en Florencia. Permiten fijar los tipos de cambio y los tipos de interés.
En el siglo XVI, el comercio internacional creció rápidamente y aparecieron los primeros mercados financieros en Europa. En estos mercados, los tipos de cambio entre las monedas variaban en función de las balanzas comerciales de los países. Algunos comerciantes comenzaron a beneficiarse de las diferencias en los tipos de cambio.
En 1992, asistimos a numerosas crisis relacionadas con los movimientos especulativos de divisas. El multimillonario George Soros inició una posición corta de 10.000 millones de libras esterlinas, apostando por la caída de la moneda.
Moneda de curso legal
Estas monedas tenían un contenido de oro o plata diferente según su valor. Como nos recuerda el historiador financiero Peter Bernstein, “una ingeniosa innovación en Lidia fue el uso de una piedra local de color negro para comprobar la pureza de las pepitas de oro recibidas como pago en las transacciones comerciales. Esta piedra pasó a llamarse “piedra de toque” porque los orfebres frotaban objetos de oro sobre ella y luego comparaban la marca dejada con las producidas por 24 agujas que contenían oro y plata, y cobre en diferentes proporciones. La aguja 24 era de oro puro, y de hecho 24 quilates sigue siendo la medida del oro más fino hoy en día”.
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Del trueque a la moneda
Una noche, cuando llegaron los galos, los gansos comenzaron a graznar y despertaron al antiguo cónsul Marco Manlio, que dio la alarma. El ataque se frustró entonces gracias a los gansos sagrados. Manlio añadió a su nombre el cognomen Capitolinus.
La solución que se ideó en la Conferencia de Bretton Woods de 1944, durante la creación de la Organización de las Naciones Unidas, consistió en proporcionar financiación de los países con superávit (en primer lugar, Estados Unidos) a los países con déficit.
Las reservas de oro de los distintos bancos centrales perdieron el protagonismo que habían tenido hasta entonces y dejaron espacio al dólar como moneda base del sistema monetario internacional. Por lo tanto, las reservas de los bancos centrales consistirán a partir de entonces principalmente en reservas de divisas (principalmente en dólares), así como en bonos del Estado extranjeros.
El valor intrínseco del instrumento nunca supera su valor nominal, para evitar el señoreaje negativo, un coste de producción de dinero superior a los ingresos por su gasto, y porque los usuarios tendrían un incentivo para fundirlos para recuperar el metal, es decir, para utilizarlos con un fin distinto al del intercambio.