¿Cuál es el principio del existencialismo?

Friedrich Nietzsche

Tampoco podemos olvidar, como aclaración de la posición de Abbagnano sobre la ciencia, el estudio escrito en 1950, La metodologia delle scienze nella filosofia contemporanea, con motivo de un ciclo de conferencias impartidas en el Centro de Estudios Metodológicos de Turín, y publicado como apertura de las Saggi di critica delle scienze.61

54. M. Cacciari, Falling Salvation. Saggio sulle questioni della Tecnica in M. Heidegger, en “Il Centauro”, nº 6, septiembre-diciembre 1982, pp. 70-101. Véase también G. Traversa, La “Questione della tecnica” e il “dialogo” Marx-Heidegger, en “Il Cannocchiale”, nº 1-2, 1983, pp. 147-166.

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Poner en práctica, o al menos prever, las posibles aperturas de horizontes en la ciencia contemporánea puede no ser estrictamente la tarea del filósofo. Siempre se puede desear la llegada de compartimentos estancos que impongan una especialización, aunque sea organizando el ámbito de los problemas y las cuestiones.

Pero esto no debería ser una sorpresa. Cualquier intento de devolver la biología a una fase previtalista debe pasar, incluso ahora, por los rescoldos de un materialismo decimonónico, pregonando esa audaz confianza en el futuro de la investigación científica que nos hace sonreír un poco ante los resultados de lo que pasa ante nuestros ojos día a día. Se podrían insinuar nuevos fermentos, propios de esta última década [la de 1950], como para prever una superación completa de la resaca del vitalismo, pero por ahora se trata sólo de tentativas, capaces en todo caso de una continuación no carente de resultados.

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Ciertamente, para los fanáticos de la técnica filosófica, la contribución de Russell es más valiosa que la de Dedekind. Pero este mayor valor adquiere un aspecto muy insignificante, si se tiene en cuenta el beneficio real que las doctrinas de Russell han aportado a la suma global de las posiciones autoclarificadoras de la cultura contemporánea.

Libros de existencialismo

La conciencia, anulando su en-sí, se actúa a sí misma, y anulando el ser-en-sí que está fuera de ella, lo trae a la existencia. La anulación representa así el vínculo original entre el ser del para-sí (conciencia) y el ser del en-sí (ser contingente).

La existencia del otro, por tanto, me crea malestar, me arroja a la vergüenza de haber caído en el papel de cosa utilizable. Por tanto, con el otro no se comparte más que esta culpa, este pecado, esta maldición; y nada más: ni alegrías ni penas, ni proyectos ni sentimientos.

*Enseña Filosofía e Historia en el Liceo científico “Primo Levi” de Montebelluna (Treviso). Colaboró en la redacción de Filosofie nel Tempo, obra dirigida por Giorgio Penzo, editada por Paolo Salandini y Roberto Lolli, Roma, SpazioTre, 2000-2006.

El ser y el tiempo

Mientras tanto, los horrores de la Segunda Guerra Mundial en Italia habían tenido el efecto de despertar las conciencias en dirección al compromiso político e ideológico, pero en una década las instancias posteriores a la Resistencia parecían haber agotado gran parte de su impulso y las corrientes artísticas y de pensamiento vinculadas a ellas se encaminaban hacia una problemática modificación: Tal vez por eso, entre los años 50 y 60 y más allá, el fenómeno de un cierto reflujo de tendencias historicistas y marxistas seculares tuvo una gran influencia en el desarrollo del pensamiento italiano, pero también europeo y estadounidense. Giulio Ferroni escribe al respecto: en el marco de la cultura italiana después de 1968 se produjo un retroceso total del historicismo [

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Históricamente, estas teorías influyeron profundamente en la configuración ideológica de la nueva izquierda, primero norteamericana y luego europea, y provocaron múltiples debates entre los intelectuales sobre el sustrato común del pensamiento negativo, que se extendía en aquellos años a través de un fructífero revival de Heidegger, del existencialismo y de ciertas consignas que luego serían engullidas y hechas suyas por 1968, una de las cuales fue el infame Dieu est mort .

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