¿Cuál es el segundo amor?

La teoría del tercer gran amor

Según el neurofisiólogo Jean Didier Vincent[13] “Junto al cerebro neuronal… existe un verdadero cerebro humoral que modifica continuamente en todas sus estructuras el funcionamiento del primero…; un cerebro indeterminado y vaporoso, responsable de la parte afectiva y pasional del individuo”. El cerebro, capaz de segregar neurohormonas específicas, genera un estado de deseo incesantemente fluctuante, capaz de motivar tanto el deseo inmediato como la acción pasional programada, de ahí el enamoramiento.

El enamoramiento también suele provocar cambios en el organismo humano, con el objetivo instintivo de acercar a los dos individuos. Tanto en los individuos masculinos como en los femeninos se producen ciertos cambios hormonales, positivos en el caso del amor correspondido, negativos en el caso del amor no correspondido (ansiedad, estrés).

Il terzo amore è quello giusto

(1) Como expliqué en el libro anterior, mi segundo amor tuvo su comienzo en el rostro compasivo de una dama. Encontrando mi vida dispuesta al ardor, este amor se encendió después como un fuego, de una pequeña a una gran llama, de modo que no sólo mientras estaba despierto sino también durante el sueño la luz de ella penetró en mi mente.

(2) La magnitud del deseo de verla que el Amor me concedió no puede ser contada ni comprendida. Estaba lleno de deseo de esta manera, no sólo de ella, sino de todos los que estaban de alguna manera cerca de ella, ya sea por conocimiento o por parentesco.

  ¿Cómo puedo saber si es amor o costumbre?

(3) ¡Cuántas eran las noches en que los ojos de los demás se cerraban en el sueño mientras los míos miraban atentamente la morada de mi amor! Al igual que un fuego que se propaga tiene que revelarse al exterior, ya que no puede permanecer oculto, me invadió un deseo de hablar de amor que no pude contener del todo.

(4) Aunque pude ejercer muy poco control sobre mi propio consejo, sin embargo en varias ocasiones estuve tan cerca de lograrlo, ya sea por la voluntad del amor o por mi propia audacia, que al reflexionar concluí que al hablar de amor ningún discurso era más justo ni más provechoso que el que buscaba alabar a la persona amada.

Enamorarse a los 37 años

Al principio, mientras ruedan los créditos iniciales, vemos un campanario, hojas que soplan al viento, una avenida e inmediatamente después un coche que se detiene frente a un jardín. La historia comienza con un estrechamiento del campo que nos permite entrar en el ambiente de una ciudad de provincias, en la que se desarrollarán los acontecimientos del amor frustrado de los protagonistas.

El hombre vive en un invernadero, un entorno desnudo y completamente opuesto a la casa de Cary, lleno de objetos que en lugar de ser simples recuerdos familiares contribuyen a la sensación de opresión que experimenta la mujer.

El verdadero amor manifestado

Realmente necesito saber si soy capaz de amar de forma madura y adulta, o si todo lo que creo y he hecho no es sólo una gran ilusión o alguna imagen que me recuerde el verdadero amor.

  ¿Cómo saber si realmente debo divorciarme?

Si estuvieras dispuesto a aceptar mi consulta, escribiría lo que pienso al respecto. Entre las peticiones de otras consultas, no he podido encontrar nada que se parezca remotamente a lo que quiero solicitar.

Me he inspirado en tu relato para hacer algunas reflexiones generales que no deben entenderse como juicios o interpretaciones respecto a la historia que has contado, la mía sólo pretende ser una invitación a respetar los propios sentimientos de la misma manera que respetamos los de nuestra pareja.

En una relación (especialmente en una pareja) no debería haber una parte dominante y otra recesiva. Las personas no son caracteres mendelianos. Son seres que deben ser tratados con respeto y que deben tratarse sin prevaricar al otro.

El amor que dura para siempre existe para mí. Lo admito, soy una persona muy romántica. Y por romántico no me refiero a que sea propenso a cosas cursis o triviales. Me refiero a un romanticismo como el que narran los europeos e italianos, por ejemplo Foscolo en su Ortis.

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