¿Cómo actuar cuando te presentan a la familia de tu novio?

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¡Tienes toda la razón! Mi familia también me lo dice. Mi novio se callaba y nos dejaba hacerlo esperando que con el tiempo las relaciones se arreglaran, en cuanto vio que yo en cuanto entro en su casa me dan palpitaciones, me pongo blanca como una sábana, me dan ganas de vomitar. Empezó a decir lo suyo (a la premisa de que es un buen tipo y que haría cualquier cosa por un poco de paz). Ahora sé que me dan estos síntomas porque soy un poco exagerada, me tomo estas cosas muy en serio, y sobre todo porque después del mal año que he tenido empecé a sufrir ataques de pánico, y en cuanto me pongo nerviosa, me mareo, como hoy después de leer el post del marido de mi cuñada. He insistido durante estos años porque quiero paz y tranquilidad en la familia, también quiero que me acepten, pero cuando me faltan al respeto a mí y a mi familia me convierto en una hiena, también porque he intentado por todos los medios establecer una buena relación. A veces pienso que tal vez soy la oveja negra. Y aún no hemos formado una familia, y ya estos problemas… para mí es pesado saber que si un día nos casamos él nunca tendrá la alegría de su familia por mi culpa. Siempre estará entre su familia y yo. Pero no sé cómo hacerlo.

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¿Tienes una buena foto de los dos en primer plano? Bien, úsalo para conseguir una caricatura de los dos como estáis ahora. Luego, una segunda tomada pero con 50 años, en la que estáis de la mano y con la mujer con una nubecita en la que no para de hablar (algo bonito en definitiva) y el hombre haciendo como que no oye.

Estudia con detalle la preparación de la sala, utiliza un sinfín de velas, pétalos de rosa y servilletas o mantel rojo del amor. Prepara una lista de reproducción con todas las canciones románticas que te acompañarán agradablemente durante la velada.

Llena la bañera de tu casa con agua muy caliente, aceites perfumados y mucha espuma. A continuación, prepara la bañera con velas de té y pon música relajante de fondo. Crea un camino de pétalos de rosa y velas desde la entrada de tu casa hasta el baño.

También puede hacer un camino guiado para su hombre o mujer dejando notas como “ve a tu habitación y desvístete”, “coge el vino espumoso de la nevera”, “coge el aceite de masaje”, “pon la música” y “ven al baño, te estaré esperando…”. Te encontrarás en la bañera sumergido en mucha espuma, con velas encendidas por todas partes, luces apagadas y aceites perfumados. Date un buen baño.

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Había sido una decisión dolorosa, pero la habías tomado para poner fin a una historia que se arrastraba cansinamente, para despedirte de un hombre que te parecía equivocado. Pero al cabo de un tiempo volviste a caer en sus brazos. ¿La razón? Intentaste reconstruir tu vida, pero no pudiste, o lo lograste.

Y con el tiempo, perdiste la esperanza de conocer a alguien digno de ti. La soledad te asusta, porque ya sabes, a nadie le gusta estar solo, especialmente por la noche, cuando las sábanas están frías y el silencio te mata.

Reflexiona sobre lo que acaba de leer. Si haces una cosa, sales. Ve a un lugar que sólo a ti te guste, un lugar donde te sientas conectado o conectada contigo misma. Frente a un hermoso paisaje, en un bosque, junto al mar. Y sin ningún sentimiento nostálgico, escucha.

Después de muchos años, no sólo como psicólogo y psicoterapeuta, sino también como hombre que ha recorrido un largo camino, he aprendido que hay dos tipos de relaciones en el mundo: las que te dan energía y las que te la quitan.

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Si te preguntan quién eres y a qué te dedicas, da información honesta y esencial sobre ti. Evita ponerte muy privado, hacerte la víctima o presumir de tus logros. ¿Es usted una persona fácil de llevar? Genial, pero ten cuidado de que tu humor o ironía se entienda y se aprecie. Asimismo, no intentes parecer simpático a toda costa.

Por último, pero no menos importante, dos consejos muy prácticos. Si te invitan a comer o a cenar los padres de tu chico o chica, no impongas tu presencia en la cocina a toda costa. Que la anfitriona decida. Incluso para servir y limpiar la mesa. En otras palabras, ofrece tu ayuda, pero no insistas. Además, apaga el teléfono. O al menos silenciarlo y dejarlo en el bolso. No te refugies en tu teléfono móvil ni compartas tu día o tu noche con tus amigos en tiempo real. No te ves bien, créeme.