¿Cómo me veo a mí mismo?

Cómo me ve la gente

¿Qué importa cómo me veo? ¿Qué importa cómo me veo? Él me ve como yo me veo a mí misma.Es decir, quiero ver a quien me ve como yo me veo y… Este puede ser el tema de mi ensayo.O sea quiero darme cuenta quién me ve como yo me veo y esa podría ser como el tema de mi obra.No quería que me vieras de la forma que yo me veía.La mayoría del tiempo que me ve… estoy haciendo su cama lavando sus calcetines echando leche sobre sus cereales.La mayoría del tiempo cuando me ve… estoy haciendo la cama. Lavando calcetines o preparando el cereal.

Actividades como me ven los demás

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Cómo me ven los demás físicamente

Se burlan de míPorque siempre llevaba a mi hija en un portabebés o en una mochila ergonómica… Cuando tuve que cortar la hierba durante horas con ella en la mochila, todos se rieron, los suegros primero, pero nadie me ayudó. Y desde entonces sólo he escuchado a los que me han ayudado, los demás que se vayan al infierno.

E hiciste lo correcto al tomar las decisiones que creías correctas. ¡Madres que se convierten en el día a día! ¡Nadie debería anteponer sus convicciones a sus trajes! ¡Tú y sólo tú decides sobre tus hijos y nadie más! No le des importancia a los demás y sigue tu camino, nunca dejes que nadie te influya. Recuerda siempre que los consejos son bienvenidos, pero las imposiciones no.

Pues si miras a mis familiares (madre, abuela y tía materna) siempre podría actuar de otra manera, no se les ocurriría decirme que estoy haciendo algo mal porque me los comería.

Los demás me ven como yo me veo en el espejo

La mira bien y le da la suma acordada. Ella, un poco sorprendida, pero feliz por la pequeña fortuna ganada en un momento vuelve al baño. Su marido, todavía en la ducha, le pregunta quién estaba en la puerta. Ella responde: “fue Giovanni”. El marido: “perfecto, ¿te ha devuelto los 800 euros que le presté?”

mil excusas. Poco después, aprovechando un cambio de marcha, deja que su mano roce el muslo de la monja que impertérrita repite: “Padre, ¿se acuerda del salmo 129?” Mortificado, retira la mano, balbuceando una disculpa. Al llegar al convento, la monja desciende sin decir nada. El sacerdote, presa del remordimiento por el gesto insensato, se precipita a la Biblia en busca del Salmo 129.