¿Cómo surge el amor romántico?

Etimología romántica

[8] Un método que marginaba el amor interpretándolo en clave puramente naturalista, como se ve en Diderot: cf. M. schoepflin, Via amoris. Immagini dell’amore nella filosofia occidentale, San Paolo, Cinisello Balsamo 1998, 103-107 (c. 12: “Denis Diderot: l’amore tra natura e materia”).

[29] Como muestra exhaustivamente el drama histórico de Abelardo y Heloísa: cf. P. Abaelardus, Historia calamitatum (PL 178, 113-182). Estudiado por: E. Gilson, Heloise y Abelardo, Einaudi, Turín 1950.

[33] Para una interpretación general y sintética de una dinámica afectiva: cf. L. Melina – J. Noriega – JJ. Pérez-soba, Caminando a la luz del amor. I fondamenti della morale cristiana, Cantagalli, Siena 2008, 532-539.

[35] Interesante descripción de: M.C. D’Arcy, La mente y el corazón del amor. Lion and Unicorn a Study in Eros and Agape, Faber and Faber Limited, Londres 19542, 194: “Pero como, según se confiesa, en este nivel el ánima hace de las suyas con la razón, se da una nota femenina y también siniestra. Helena de Troya se transforma en Afrodita y Afrodita en Astarté. El romanticismo que comienza en la esperanza declina en la melancolía y en la palabrería de la divinidad oscura. El nivel inferior, el cuarto, es aquel en el que lo espiritual desaparece. El ánima es lo irracional, el centro vital de donde provienen las oscuras pasiones e impulsos e instintos. Es la morada del inconsciente, y en ella habitan tanto las fuerzas agresivas como las seductoras, el águila y la serpiente, Vishnu y la consorte de Sive”.

Amor – wikipedia

Las personas que prefieren el amor lúdico no tienen en mente ni buscan un tipo de amor ideal. Juegan con el amor y en este juego coleccionan mil aventuras con mil personas diferentes, sin profundizar en ninguna relación, sin nada que construir, sin implicarse nunca, sin nada que vivir plenamente.

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El amor pragmático del que habla Lee[5] me hace pensar en esos buenos viajeros que, meses antes de partir, incluso antes de dar el primer paso, se preparan larga y concienzudamente para la empresa o el camino que pretenden recorrer. Se entrenan tanto física como psicológicamente y planifican y organizan el viaje con todo detalle para evitar sorpresas desagradables.

En el pasado, las relaciones amorosas pragmáticas corrían a cargo principalmente de los padres de los jóvenes y de sus familiares y amigos. Éstos, conociendo bien las características y necesidades de cada pretendiente, buscaban en su propio país o en los países vecinos a alguien que pudiera convenir a su hijo, pariente o amigo. Los casamenteros también se dedicaban a estos encuentros en nombre de las respectivas familias.

Romanticismo

En el pasado, por tanto, la unión permanente destinada a formar una familia orientaba definitivamente el tipo de elecciones, decisiones y parámetros para los que la implicación sentimental de los futuros cónyuges no parecía en absoluto imprescindible.

Donde en nuestro tiempo hemos abandonado las anteriores reglas no escritas del “combinado” entre familias, el criterio en la elección de la pareja parece haber tomado decididamente el camino del amor romántico.

Al convertirse el individuo en guardián de su propio destino, se debilitan en consecuencia los vínculos de pertenencia bajo la égida del código tribal y fraternal, pero al mismo tiempo se debilitan también los vínculos de alianza, que se colocan en cambio bajo la égida de la diferencia de los sexos y de las filiaciones familiares y que son, según los antropólogos, los vínculos sociales preparatorios de las uniones conyugales[2].

Significado del amor

Los historiadores creen que la actual palabra anglosajona “romance”, que indica el sentimiento romántico en el amor, se desarrolló dentro de la lengua vernácula a partir de la prosa poética de la ficción francesa; aquellos escritos producidos dentro de las clases sociales de la élite, haciendo referencia al característico estilo “ficticio” que se daba a la historia de amor descrita. El cuento medieval europeo, generalmente de aventuras caballerescas, comenzó a combinarse con la idea del amor especialmente a partir del siglo XVI con los grandes poemas italianos Orlando furioso y Gerusalemme liberata.

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La antropóloga Helen Fischer ha realizado varias investigaciones sobre el amor romántico, sometiendo a varias personas enamoradas a escáneres cerebrales por resonancia magnética, descubriendo cómo se activan áreas específicas del cerebro en las diferentes etapas del enamoramiento con la típica producción de hormonas y endorfinas[8].

Algunos creen que el amor romántico ha evolucionado de forma independiente en las distintas culturas. Por ejemplo, en un artículo presentado por Henry Grunebaum, se argumenta que la psicoterapia cree erróneamente que el amor romántico es un fenómeno exclusivo de las culturas occidentales expresado por primera vez por los trovadores medievales[14].

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