¿Cuándo saber cuándo han dejado de quererte?

No sentirse querido por la madre

Se supone que las relaciones de pareja mejoran la vida de uno, y aunque es natural que también incluyan algunas experiencias desagradables, cuando una relación amorosa se acaba hay algunas señales importantes y sería apropiado empezar a cuestionarse si debe terminar.

Cuando una relación pasa por un momento especialmente difícil o uno es infeliz hasta el punto de preguntarse si se acaba o debe acabar, en el fondo de nuestro corazón siempre sabemos cuando una relación está llegando a su fin, sólo que a menudo preferimos ignorarlo.

Como resultado, permitimos que se produzcan episodios desagradables, dolorosos e incluso intolerables en las relaciones, sin saber si son pruebas que tenemos que soportar y superar o síntomas de una relación que sería mejor terminar.

Por supuesto, puede haber breves intervalos felices cuando vivimos juntos un acontecimiento social, unas vacaciones o una relación sexual, pero la mayor parte del contacto tiene lugar en el campo de batalla.

Pero en general, cuando uno se siente aburrido y frustrado (pero no insatisfecho con su relación) la pareja actúa como un refugio para todos estos sentimientos desagradables y la relación se convierte en un lugar de confort y curación.

Cuando uno ya no ama la psicología

Para entender qué soluciones encontrar, es necesario poder definir la situación, por lo que proponemos algunas preguntas que nos parecen acertadas (¡ehh no las respuestas no! ¡Eso sería demasiado fácil! Tal vez podamos hacer sugerencias).

  ¿Cómo decir las cosas directamente?

¿Realmente los has probado todos? ¿Quizás no puedes escuchar lo que la otra persona realmente necesita? ¿O sus exigencias son demasiado egoístas? ¿Qué significa estar contento? ¿Has sido capaz de definir lo que te hace sentir amado? ¿Serías capaz de decir qué es lo que hace que tu pareja se sienta amada?

No sentirse querido por la pareja

De hecho, hay muchas personas que, cuando se enamoran, experimentan emociones muy intensas que perciben como incontrolables y peligrosas, porque se apoderan de su forma habitual de hacer y pensar.

Todos buscamos el amor, pero a veces vivir una relación seria nos asusta; a veces contra el deseo de dejarse llevar hay muchas resistencias mentales, que bloquean y no nos permiten vivir una historia de amor con serenidad.

Hay muchas facetas de la misma dinámica, que impide estar serenamente en pareja y construir un futuro junto a otra persona, ya que el miedo al amor lleva a actitudes que hacen que la pareja se sienta poco querida y poco importante.

Estos sentimientos al principio de una relación (pero sólo al principio) son normales e incluso, dentro de ciertos límites, funcionales, porque el enamoramiento implica necesariamente una pérdida de control y una dependencia de la otra persona.

La persona que padece filofobia, a veces, a pesar de ser consciente de lo infundado de su miedo, no puede evitar huir de las relaciones, desgarrada, por un lado, por el deseo de desprenderse de sus propios sentimientos y de los de su pareja, e impulsada, por otro, a escapar, para sofocar la ansiedad y el fuerte estado de tensión que acaban por apoderarse de ella.

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La herida del no amado cómo sanar de la

Cuando nace un amor, su curso, su aceleración o sus diversos contratiempos o posibles muertes no pueden separarse de la historia afectiva y emocional de ambos protagonistas de la pareja.

Un desamor original trae consigo, como un efecto dominó, una serie de otras muchas carencias y vacíos que inevitablemente desembocarán, como el curso de un río, en la relación de pareja, un mar de navegación compartida.

Lagunas que caracterizan las primeras experiencias amorosas infelices en la infancia, experiencias que luego condicionaron -e influyeron profundamente- las posteriores relaciones de amistad y románticas, creando una “memoria corporal del no amor” y del sufrimiento.

Para poder disfrutar plenamente de los placeres de la vida en pareja, resulta absolutamente imprescindible haber conocido, combatido y superado los propios monstruos interiores o, al menos, haberlos enfocado y haber hecho las paces con ellos.

La psicoterapia individual o la terapia de pareja, que debe evaluarse caso por caso, es la única vía posible de alimentación psíquica y relacional para sanar y alimentar el pasado y convertirse por fin para uno mismo en esa “madre y ese padre amorosos” que faltaban cuando debían estar presentes.

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