¿Cuáles son los aspectos de la perfección humana?
La perfección es sinónimo de
Rita Levi Montalcini, la gran científica italiana y Premio Nobel de Medicina de 1986, había titulado su autobiografía “Elogio de la imperfección”. El filósofo de la ciencia y evolucionista Telmo Pievani va más allá, y con su último libro ‘Imperfección. Una historia natural” llega incluso a escribir una teoría de la imperfección.
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“La próxima vez que te dejes llevar por las ansias de grandeza y perfección, piensa en los microbios: estaban ahí antes que nosotros, transformaron químicamente el planeta, sin ellos no podríamos vivir, y todo apunta a que seguirán dominando la Tierra incluso después de la marcha del Homo Sapiens”.
La perfección es enemiga del bien
Cuántas veces la he perseguido, sin conseguir nunca atraparla. Cuántas veces he decidido abandonar porque nunca lo habría conseguido. Cuántas veces decidí que ni siquiera lo intentaría, porque la veía como un espejismo, esquiva. Y entonces, cuántas veces me sentí inadecuado e incapaz, simplemente porque creía que era posible perseguirlo. ¿A qué me refiero? A la perfección, por supuesto.
PONGA SU PRÓXIMA MEJORA EN LA VISTA | Planifique su éxito, una mejora cada vez, en dirección a su ideal. Recuerda que incluso los modelos a los que admiras empezaron de a poco, y que los éxitos que están logrando ahora son el resultado de años de puertas cerradas en sus caras y de fracasos épicos, así como de una gran dedicación y perseverancia en el esfuerzo por alcanzar su ideal. Sintoniza con un tiempo largo: 5/10 años, que hoy nos parece mucho tiempo, pero que pasa en un santiamén.
La perfección no existe frases
La etimología de la palabra “perfección” se remonta al latín perfectio, y “perfecto” viene de perfectus. A su vez, estas palabras provienen de perficio – “terminar”, “llevar a término”. Por lo tanto, “perfección” significa literalmente “finalización” y “perfecto”, “realizado”.
Muchas lenguas modernas han adoptado palabras derivadas del latín para el concepto de “perfección”: el francés parfait y perfection; el inglés perfect y perfection y el español perfecto y perfección son algunos ejemplos.
Platón rara vez utilizó el término “perfección”; pero el concepto de bien, central en su pensamiento, es equivalente a “perfección”: creía que acercarse a la Idea de perfección hace a las personas perfectas.
Tiempo después, los estoicos introdujeron explícitamente el concepto de perfección en el ámbito ético, describiéndolo como armonía. Afirmaban que esa armonía -esa perfección- podía ser alcanzada por cualquiera.
En el siglo V d.C. habían surgido en la Iglesia dos puntos de vista distintos sobre la perfección: uno sostenía que era posible que el hombre la alcanzara por sus propias fuerzas; el otro, que sólo podía lograrse por la gracia divina. La primera tesis, sostenida por Pelagio, fue condenada en el año 417 d.C.; la segunda, apoyada por San Agustín, prevaleció a principios del siglo V y se hizo oficial.
El ser humano es un animal social
El Evangelio de la vida, que resonó al principio con la creación del hombre a imagen de Dios para un destino de vida plena y perfecta (cf. Gn 2,7; Sb 9,2-3), se contradice con la experiencia lacerante de la muerte que entra en el mundo y proyecta la sombra del sinsentido sobre toda la existencia del hombre.
10. El Señor le dijo a Caín: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Gn 4,10). La voz de la sangre derramada por los hombres no deja de gritar, de generación en generación, adoptando tonos y acentos diferentes y siempre nuevos.
Algunas amenazas provienen de la propia naturaleza, pero se ven agravadas por el descuido y la negligencia culpable de los hombres, que no pocas veces podrían remediarlas; otras, en cambio, son el resultado de situaciones de violencia, de odio, de intereses contrapuestos, que llevan a los hombres a agredir a otros hombres con asesinatos, guerras, masacres, genocidios.
50. Al final de este capítulo, en el que hemos meditado el mensaje cristiano sobre la vida, quisiera detenerme con cada uno de vosotros a contemplar a Aquel a quien traspasaron y que atrae a todos hacia sí (cf. Jn 19,37; 12,32). Contemplando “el espectáculo” de la Cruz (cf. Lc 23,48), podemos descubrir en este árbol glorioso el cumplimiento y la plena revelación de todo el Evangelio de la vida.