¿Cómo pelear con tu pareja?

Cómo gestionar los debates

Empiezan con un desacuerdo sobre el destino de las próximas vacaciones y terminan discutiendo sobre que no pasan suficiente tiempo juntos. Por desgracia, este mal hábito impide a las parejas llegar al fondo del problema.

Por lo tanto, replantea la discusión utilizando palabras sobre ti y tus sentimientos para que tu pareja entienda cómo te sientes. Por ejemplo, en lugar de decir “Me haces enfadar porque no me escuchas”, prueba con “Me siento triste y abandonado porque no me siento escuchado por ti”.

Además, en lugar de limitarse a expresar las críticas, el Dr. Appleton recomienda probar lo que se llama “el sándwich de la confrontación”.

En esta técnica, la comparación se expresa colocando el problema entre palabras de elogio y de ánimo. Por ejemplo, el Dr. Appleton recomienda empezar la frase con “te quiero” o “me importas” antes de hablar de lo que se siente por algo o antes de sacar a la luz un problema.

Razones para discutir con un amigo

“En primer lugar”, explica María Dolores, “no hay que evitar el conflicto”, para no acumular rabia y resentimiento que inevitablemente acabarían estallando de forma violenta y confusa. Más bien hay que favorecer la confrontación y “aprender a utilizar las discrepancias de la pareja como una ventaja”.

“El conflicto no debe desembocar en una guerra abierta, sino en una relación de pareja en la que se aplique el lema vita tua vita mea, porque en una relación sólo se gana si se gana conjuntamente, y si un miembro de la pareja tiene un problema, la pareja tiene un problema. Uno no debe aspirar a aplastar al otro demostrando quién está equivocado y quién tiene razón, sino a un objetivo común: la resolución del problema para ambos”.

Discutir con todo el mundo

Como la gota que poco a poco consigue perforar la piedra; estas peleas recurrentes, aunque estén relacionadas con las minucias de la vida cotidiana, consiguen penetrar en la armonía de la pareja para crear descontento, inadecuación, frustración y, a veces, el deseo de marcharse.

Intentar hacer una disertación sobre las peleas en las pocas líneas de un artículo sería ciertamente ridículo como perspectiva. Por tanto, estrechemos el círculo e intentemos comprender mejor a qué nos referimos.

En concreto, les pedí a L y M que contuvieran cualquier forma de ataque (verbal o de otro tipo, directo o indirecto) hacia el otro a lo largo del día y que luego descargaran su ira en un “ring de ira” nocturno. Cada uno de los dos, durante un tiempo predeterminado, estaba obligado a descargar toda su ira, sus insultos y sus frustraciones sobre el otro, que tendría que escuchar en silencio sin poder tomar represalias. Al final del tiempo predeterminado cambiarían los papeles.

Quiero dejarlo claro: la técnica funciona porque se combina con un contexto terapéutico y con otras estrategias dadas a los dos socios “en secreto”. Casi ninguna técnica terapéutica funciona “de forma absoluta” y sacada de su contexto de aplicación, por lo que a menudo desaconsejo aplicar lo leído en uno de mis artículos de forma independiente a la propia vida, a menos que se especifique lo contrario (como en el caso del miedo al rechazo en el artículo sobre el rey Mitrídates).

Cómo afrontar una discusión de pareja

Se supone que las relaciones de pareja mejoran la vida de uno, y aunque es natural que incluyan algunas experiencias desagradables, cuando una relación amorosa se acaba hay algunas señales importantes y sería apropiado empezar a cuestionarse si debe terminar.

Cuando una relación pasa por un momento especialmente difícil o uno es infeliz hasta el punto de preguntarse si se acaba o debe acabar, en el fondo de nuestro corazón siempre sabemos cuando una relación está llegando a su fin, sólo que a menudo preferimos ignorarlo.

Como resultado, permitimos que se produzcan episodios desagradables, dolorosos e incluso intolerables en las relaciones, sin saber si son pruebas que tenemos que soportar y superar o síntomas de una relación que sería mejor terminar.

Por supuesto, puede haber breves intervalos felices cuando vivimos juntos un acontecimiento social, unas vacaciones o una relación sexual, pero la mayor parte del contacto tiene lugar en el campo de batalla.

Pero en general, cuando uno se siente aburrido y frustrado (pero no insatisfecho con su relación) la pareja actúa como un refugio para todos estos sentimientos desagradables y la relación se convierte en un lugar de confort y curación.