¿Cómo querer a la hija de mi pareja?

Hacer que los niños acepten un nuevo amor

¿Está usted en esta situación? ¿Acabas de iniciar una relación con un hombre que tiene hijos y tienes miedo de que no les gustes a sus hijos? ¿Cómo vivir todos bajo el mismo techo sin arruinar su historia de amor? No te preocupes. Estás en el lugar correcto. En este artículo encontrará algunos consejos y sugerencias para ayudarle a sacar el máximo partido a esta nueva experiencia.

Para profundizar en la información, recomiendo ver este vídeo en el que el psicólogo y psicoterapeuta Luca Mazzucchelli resume las cuatro pistas psicológicas fundamentales sobre la mejor manera de orientarse en una familia ampliada (o reconstituida).

Ya no soporto a mi hijo de 20 años

Me pregunto si no está pasando por una fase de cambio en la que sus necesidades están cambiando, mientras mantiene un fuerte vínculo con su novio. Sólo tiene que descubrirlo junto a él. Saludos cordiales.

Querida, las dudas que describes pueden ser o bien una señal de alarma de que algo no va bien en la pareja, o bien un momento de cansancio dada la duración de la relación. ciertamente, desahogarse, entenderse a través de una entrevista individual sería de la máxima ayuda para desentrañar tus dudas.

Estar en pareja implica una sucesión de fases evolutivas caracterizadas por momentos críticos y cambios naturales: sólo si se abordan permiten que la pareja progrese. Seguramente su confusión o sus “pensamientos persistentes” son señales que podrían indicar que dentro de la relación algo no está funcionando como antes o podría haber dinámicas relacionales no resueltas. Es una larga historia, yo aprovecharía esta confusión para intentar conseguir algo de claridad a través de la ayuda de un terapeuta de orientación sistémica-relacional.

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Hija celosa de su padre

La separación enfrenta inevitablemente al individuo con el espectro de la soledad, el vacío y el dolor. Supone tener que volver a empezar, cuestionarse de nuevo y perder los puntos de referencia.

Y para evitar esta condición, los miembros de la pareja suelen decidir seguir igual, aunque no sean nada felices. O siguen juntos odiándose, o se separan y vuelven sobre sus pasos una y mil veces. Seguir repitiendo una relación que ahora tiene poco que aportar a ambos.

A veces las historias comienzan por miedo a la soledad, porque al ser psicológicamente inmaduros buscamos el cuidado y la atención del otro. O para devolver viejas reivindicaciones no cobradas, como sentirse amado, comprendido, sentirse valioso a través del otro. La pareja se convierte entonces en una especie de “muleta” sin la cual sentimos que no podemos mantenernos. Y esto lleva a veces a aceptar incluso lo inaceptable, para alejar la soledad y tener que aceptarnos a toda costa.

Él tiene hijos que yo no tengo

Cuando nace un amor, su curso, su aceleración o sus diversos contratiempos o posibles muertes no pueden separarse de la historia afectiva y emocional de ambos protagonistas de la pareja.

Un desamor original trae consigo, como un efecto dominó, una serie de otras muchas carencias y vacíos que inevitablemente desembocarán, como el curso de un río, en la relación de pareja, un mar de navegación compartida.

Lagunas que caracterizan las primeras experiencias amorosas infelices en la infancia, experiencias que luego condicionaron -e influyeron profundamente- las posteriores relaciones de amistad y románticas, creando una “memoria corporal del no amor” y del sufrimiento.

Para poder disfrutar plenamente de los placeres de la vida en pareja, resulta absolutamente imprescindible haber conocido, combatido y superado los propios monstruos interiores o, al menos, haberlos enfocado y haber hecho las paces con ellos.

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La psicoterapia individual o la terapia de pareja, que debe evaluarse caso por caso, es la única vía posible de alimentación psíquica y relacional para sanar y alimentar el pasado y convertirse por fin para uno mismo en esa “madre y ese padre amorosos” que faltaban cuando debían estar presentes.

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