¿Cómo saber si estás mendigando amor?

Falta de amor y depresión

Cuando nace un amor, su curso, su aceleración o sus diversos contratiempos o su posible desaparición no pueden separarse de la historia afectiva y emocional de ambos protagonistas de la pareja.

Un desamor original trae consigo, como un efecto dominó, una serie de otras muchas carencias y vacíos que inevitablemente desembocarán, como el curso de un río, en la relación de pareja, un mar de navegación compartida.

Lagunas que caracterizan las primeras experiencias amorosas infelices en la infancia, experiencias que luego condicionaron -e influyeron profundamente- las posteriores relaciones de amistad y románticas, creando una “memoria corporal del no amor” y del sufrimiento.

Para poder disfrutar plenamente de los placeres de la vida en pareja, resulta absolutamente imprescindible haber conocido, combatido y superado los propios monstruos interiores o, al menos, haberlos enfocado y haber hecho las paces con ellos.

La psicoterapia individual o la terapia de pareja, que debe evaluarse caso por caso, es la única vía posible de alimentación psíquica y relacional para sanar y alimentar el pasado y convertirse por fin para uno mismo en esa “madre y ese padre amorosos” que faltaban cuando debían estar presentes.

Las 5 heridas de los no amados

¿Cómo superar el final de una relación amorosa cuando parece que toda la alegría, todas las ganas de vivir con la relación se han esfumado? ¿Y cuánto tiempo hace falta para poder seguir viviendo sin esta piedra en el corazón?

  ¿Cuál es el segundo amor?

Por supuesto, hay personas que se lanzan a la vida social o a otras relaciones sin pasar por ello, como si no existiera y en su interior no se afligen por la ruptura, convencidos del dicho de “morderse las uñas”. Sustituir una relación terminada por el comienzo de una nueva.

Y si sientes que el sufrimiento es físico, que tu estómago se revuelve, que tu corazón se salta los latidos; te consolarás sabiendo que las últimas investigaciones señalan que el dolor emocional afecta a las zonas del cerebro implicadas en el dolor físico, no hay diferencia.

Como puedes ver, todo esto son percepciones negativas de uno mismo, como si la definición de uno mismo como persona dependiera exclusivamente de la relación amorosa. Por cierto, ocurre que es precisamente la sensación de fracaso que uno anticipa como sensación personal lo que le frena a uno a romper una relación insatisfactoria, y quizás que lleva años.

Experiencias de amor no correspondido

Sujeto difícilmente identificable por el camaleonismo que caracteriza su forma de actuar (1), tiene como objetivo el sometimiento y la aniquilación psicológica de sus víctimas, mujeres u hombres, a los que elige cuidadosamente para inducir, mediante el uso de mentiras, subterfugios y engaños, a la aquiescencia.

Seductores y llenos de atención en la fase inicial de la relación, los manipuladores relacionales usan diferentes máscaras para atraer a su red a las presas que deciden acosar y crear dependencia usando las palancas emocionales de la culpa y el miedo.

Rara vez responden a los estereotipos ordinarios del imaginario colectivo que quieren que el maltratador sea ignorante, feo, grosero y vulgar. Los manipuladores relacionales son extremadamente taimados y se esconden detrás de personas que suelen ser guapas, educadas, amables e incluso de clase social alta.

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Después de haber seducido y capturado a su presa, habiendo obtenido su dependencia emocional, los manipuladores relacionales revelan su verdadera naturaleza iniciando el maltrato, la humillación y el envilecimiento mediante el uso de su arma favorita: la comunicación agresiva, ambigua y desestabilizadora o el silencio.

El amor no correspondido hace perder peso

“¡No digas nada, no hables!” Invitación explícita y cómplice a no hablar de algo con otra persona: estrictamente como si uno tuviera que retener el agua en la boca, lo que obviamente es imposible si se toma la palabra.

Ir al grano. Expresión del juego de las damas, cuando el peón de uno llega al extremo opuesto del tablero de ajedrez, convirtiendo así el peón en “damas”.

Significa perderse, fracasar en sus objetivos. Probablemente deriva de la forma poética “andare ramingo” (ir errante, solo, sin rumbo, alejado de todos, pobre y desesperado), probablemente heredada del italiano vulgar de la Alta Edad Media. También puede derivar del nombre del municipio de la provincia de Asti Aramengo, donde parece que había cárceles que albergaban a personas insolventes o en quiebra.

No se conoce con exactitud el origen etimológico de la palabra “zonzo”, que algunos dirían que deriva del sonido que hacen las moscas durante su vuelo, notoriamente errático e imprevisible. Por lo tanto, sólo debería ser una forma onomatopéyica. Otros lo atribuyen al “gyrating” (literalmente “deambular”, pero que también suena como “zumbar”). En cualquier caso, tiene el significado de “vagar sin rumbo”, aunque sea por diversión.

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